California

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—¿Los Ángeles? ¿Es en serio?— 

La temperatura en mi pueblo es tan caliente como de costumbre, será de las pocas cosas que extrañaré antes de irme. Irme a un lugar donde tenga más oportunidades, quiero cumplir mi sueño, y en este pueblo fronterizo jamás lo conseguiré. 

—¿Y eso qué te importa? Será un peso menos para ti, quiero dejar este maldito rancho de una vez apá.— 

Tenía la intención de subir a mi auto, podía escuchar a mis hermanas sollozar ante la noticia, mi madre era la que se veía peor. 

—Entiéndelo Jotaro, ¿qué puede hacer un huerco inútil en una ciudad como Los Ángeles? No tienes oportunidad, ese acento te delata.—

—Haré mucho más que tú, yo quiero tener una buena vida, quiero hacer algo importante.— 

Mi padre solo me observó por unos instantes, no necesito su aprobación de todos modos, yo me iré sin importar lo que ese imbécil abusador opine. 

—Aquí lo tienes todo...—

—Aquí no tengo nada.— 

—Jotaro, realmente te has convertido en un hombre.— 

Estuve a punto de subirme a mi auto, cuando sentí los brazos de mi madre jalándome la camisa con poca fuerza. Sollozaba y jadeaba por las ganas de llorar mucho más. 

—Jotaro, hijo...— 

—Mamá...cálmate de una buena vez.— 

—Eres tan egoísta, pero...de verdad me alegra que hayas escogido hacer esto.— 

Me confundo ante las palabras de mi madre, que aún tiene lágrimas en los ojos. 

—Sigue tu sueño, Jotaro, no te quedes como nosotros. Tu padre es un conformista, pero tú eres valiente y nunca te rindes, consigue un buen trabajo y sé feliz, para que tus hijos no tengan una vida miserable como la nuestra.— 

Asiento, besando la mejilla de mi madre y abrazándola, mis hermanas y hermanos solo veían con lástima a mi madre, veo también a mis primos y familiares observándome con envidia, otros con tristeza y finalmente, otros ojos que me deseaban suerte. 

Sin seguir dudando me fui, me fui de ese maldito pueblo conformado por migrantes. Ahora las calientes carreteras de California me recibían con un calor abrazador, puede que estuviera en un pueblo justo a orillas de Chihuahua, pero ya me sentía en otro mundo. Ya estaba listo para lo que venía, aprendí varias cosas gracias a los libros y enseñanzas que me daban algunos gringos, sabía perfectamente el inglés aunque aún no me deshacía de ese acento y mi apariencia mexicana. 

Daba igual, porque todo es mucho mejor en California. 

Sempre insieme (JJBA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora