Capitulo único

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Cuando ella, con su hermosa y fuerte sonrisa, me contó al fin lo que había ocurrido supe que nos rompimos.

Caímos, como las lágrimas que corrían por mis mejillas o como el lacio cabello negro de mi compañera.

Nos abrazamos, sentadas en su cama, con los pájaros cantando en la ventana, ajenos al sufrimiento tras el cristal.

Jamás había llorado tanto, nunca. No perdí nada, solo una inocencia ajena. Gané fortaleza, que solo es fingida; y mientras ella seguía sentada allí, con su hermosa y fuerte sonrisa, yo me destrozaba, como un débil jazmín en una tormenta.

Pero ella seguía sentada allí, con su hermosa y fuerte sonrisa, como un orgulloso narciso en un vendaval, siempre en alto, valiente, sin dejarse vencer por el viento que lo azotaba.

Y seguíamos allí, sentadas en la cama deshecha luego de una noche de pesadillas, tan deshecha como nuestras almas.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora