3. Ágape

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A las ocho de la noche Víctor Nikiforov se hallaba saliendo de la zona de equipajes del aeropuerto de Sheremétyevo en Moscú. En la mano izquierda sostenía la correa de Makkachin, en la derecha cogía tranquilo el asa de su maleta de viaje.

Miraba curioso de un lado a otro, queriendo encontrar un par de hermosos ojos turquesas como los suyos. Así estuvo un par de minutos hasta que, a lo lejos, pudo divisar la figura de un hombre alto y risueño, que movía su mano buscando su atención.

Se acercó a él con algo de prisa sorprendido por la recepción.

―¿Sergei? ―le preguntó a su cuñado―. ¿No ha venido Irina? ¿Dónde está?

El hombre le dio un abrazo, el cual fue correspondido de inmediato y le explicó.

―Irina está en casa, Víctor, esperando por ti y Makkachin. ¿Verdad pequeño? ¿Verdad que te están esperando? ―Sergei se agachó para acariciar con dedicación a Makkachin, quien movía la cola emocionado y buscaba lamer su mano―. ¡Sí, tu tía Irina quiere llenarte de abrazos y besos! ¡Bolita de pelo hermosa y adorable!

―¿Irina está bien? ―Víctor se sintió incómodo ante el tsunami de caricias hacia su mascota y la mirada de los transeúntes, que encontraban la situación bastante particular―. Es raro que no venga a recibirme al aeropuerto. Nunca ha dejado de hacerlo.

―Ella está bien, sólo algo cansada y prefirió quedarse a organizar tu habitación, ya sabes. Yo me temo que tengo que regresar al restaurante tan pronto te deje en casa pero creo que les servirá a Irina y a ti para conversar.

El camino hacia la casa que Sergei e Irina poseían era algo largo. Vivían en una zona a las afueras de Moscú, con amplios jardines y casas. Era una zona residencial muy tranquila, que Víctor adoraba.

Al llegar a casa, Sergei avisó en voz alta que ya estaban allí y de pronto una menuda chica de cabellos rubios muy claros salió de la cocina emocionada.

―¡Vitya!

El patinador no pudo evitar sonreír sintiéndose nuevamente como en casa, abrió los brazos para rodearla, y cuando estaba a punto de levantarla y girarla como siempre hacía, sintió algo extraño que le impidió acercarse más y ella lo detuvo.

―¡No, Vitya espera, con cuidado!

Víctor se separó de ella y vio cómo ella colocó la mano sobre su vientre, el cual lucía algo hinchado.

―¿Estás bien? ―preguntó preocupado. Ella sonrió tranquila.

―Si, todo esta bien, solo tengo a tu sobrina en mi vientre, eso es todo.

Víctor la abrazó emocionado, llenándola de besos y caricias delicadas.

―¡Estás embarazada! ¿Pero por qué no me lo dijiste antes?

―Cuando me enteré seguías en competencia y no quería que te desconcentraras, luego decidí decírtelo en persona y, cuando me dijiste que vendrías, pensé que sería la oportunidad perfecta para hacerlo. ¡Sorpresa!

Víctor se rio a carcajadas, emocionado y feliz por su pequeña hermana. Se sintió rebosante de energía, como si pudiera saltar al techo mil veces sin parar.

―¿Te alegra saberlo?

―Estoy más que feliz, estoy emocionado, es una hermosa noticia. ¿Ya se lo dijiste a mamá?

―Traté, pero está en Mallorca con su nuevo novio. Ya sabes que cuando viaja apaga su celular.

La noticia fue recibida con alegría. Sergei se disculpó y se marchó nuevamente e Irina le ofreció a Víctor una pequeña cena. Trataron de ponerse al día, conversando de todo un poco.

Sigo siendo YuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora