Capítulo único |+18|

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El olor a libros viejos, incienso quemado y barro se hace presente en aquella habitación fría. Como si Albedo fuera fanático de las bajas temperaturas, no parece afectarle. A ti, por el contrario, el hecho de que la sala sea tan helada es motivo suficiente para cubrirte de pies a cabeza; contrario a lo esperado, de hecho tu ropa parece tan escasa que el soplo del viento es capaz de erizar tu piel.

⸻ Enfermarás a este paso. ¿No sirvió el elixir de condensado de slime pyro?

Niegas. Sí, fue útil, pero no lo suficiente, maldito cuarto frío, ni siquiera están en Espinadragón; de estar allí, tal vez ya fueras un cubito de hielo. Frotas tus manos contra ambos hombros y suspiras, mientras que el hombre que te mira en silencio repite tu último acto con una expresión indescifrable. Cualquiera que los viera diría que éste está replicando tus movimientos a propósito.

⸻ La próxima vez trae ropa más abrigadora.

¿Qué va a saber ese rubio despistado? La razón de tu vestimenta esa noche se debía más que nada a que querías llamar su atención, incluso habías cambiado tu peinado, pero él ignoró ese hecho como si no le importara. Albedo parecía no inmutarse a tus insinuaciones, y vaya que habías hecho muchas.

Recapitulando, cuando sugeriste clases particulares para reforzar tus conocimientos de alquimia, la realidad era que sólo querías seducirlo. Ya habían pasado semanas, y los resultados eran mediocres. ¿Es que no estaba interesado en ti? Desde tu llegada a la capital de la libertad la lista de pretendientes había sido larga, pero para tu nula fortuna habías centrado tu interés en tu insípido maestro de alquimia. Demonios, ¿por qué tenía que ser justo tu tipo ideal? Un rostro andrógino, cuerpo pequeño y agraciado, ojos azules que te hipnotizaban, ni hablar de su esponjoso cabello que te tentaba a toca...

⸻ ¿Qué haces?

Al ver hacia qué dirección iba tu traviesa mano te golpeas mentalmente y la alejas con rapidez, soltando una risa nerviosa. En respuesta el joven te miró pero no hizo más que eso, lo que te puso a pensar si de casualidad te estaba juzgando en silencio.

⸻ Oh, ah, es... Es que tenías una pelusa.

Vaya excusa más estúpida.
Pero bueno, Albedo no te cuestionó y siguió con lo suyo. Estuvo garabateando en su cuaderno de notas hasta que, unos pocos segundos después, dejó caer la pluma contra la mesa y te observó con detenimiento. Tragaste saliva, lo normal, pues su miraba siempre te inquietó. Tenía esa clase de vista profunda que sentías que te perforaba el alma. Titubeaste con torpeza mientras acomodabas una pila de hojas de papiro. Como cualquier otro día de la semana, se la habían pasado repasando apuntes aburridos y estudiando el contenido de libros gruesos sin intercambiar muchas palabras, así que después de esa jornada de lectura y escritos era hora de volver a tu casa.

Pero el chico tenía otros planes.

⸻ Ya que hemos terminado la sesión de hoy, tengo una petición para ti.

⸻ ¿Ah, sí? Adelante, dila.

Crees haber escondido muy bien tu curiosidad, al punto en el que simulabas no tomarle mucha importancia mientras fingías limpiar tu zona de trabajo. Albedo rara vez te pedía algo, mejor dicho era la primera vez que lo hacía; ¿qué quería de ti? Tu mente estaba abrumada con las múltiples ideas que se te cruzaban en tu cabeza, algunas más descabelladas que otras.

⸻ Primero que nada, ¿estás disponible ahora mismo? Tal vez ya tengas otros planes.

⸻ No. No tengo.

Ah, respuesta rápida.
Sí, se te da pésimo fingir desinterés.

⸻ Bien. No tomará mucho tiempo, debo volver con Klee antes del amanecer.

aprendiz ; albedo os | genshin impact Donde viven las historias. Descúbrelo ahora