XIII. Dove andranno i giorni e noi

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Will you still love me

When I'm no longer young and beautiful?

Young and Beautiful – Lana del Rey

Era una escena casi de telenovela ver a Giorno armando una maleta llorando mientras Bruno lo animaba desde la silla del tocador, con una sonrisa en la cara, pero con la sensación de nido vacío colándose en su corazón.

Giorno, a quien Bruno siempre vería como su pequeño hijito, se iría a vivir con Mista.

El chico ya tenía allá algunas cosas, pero dejaría otras en casa de Paolo y Bruno en caso de tener que volver por algún motivo. No quería asumirlo, pero podía pasar, así como alguna vez a Bruno le tocó regresar.

Sin embargo, tras convivir con Mista, en ocasiones por casi un mes, se había dado cuenta de que se llevaban bastante bien y que su química no era solo puertas afuera. Se organizaban bien, no solían discutir y siempre estaban trazando planes juntos. Además, la brisa marina los acompañaba en cada jornada después de que Mista decidió migrar del pequeño departamento a una cabaña en la playa, y esa sensación de bienestar era impagable.

Bruno quería decirle a Giorno que no llorara y que todo estaría bien, pero no alimentaría mentiras. La vida de pareja y la convivencia eran una aventura tan grandiosa como difícil, así que dejó que Gio llorara y se despidiera de su casa de infancia con todo y tristeza. Lo que si le aseguró, fue la posibilidad de volver y ser recibido con todo el amor que merecía.

El obstáculo para que Giorno armara la maleta fue precisamente eso: sentir que salía de un lugar en donde era profundamente amado, para ir a otro en donde no tenía más garantía que la palabra y las obras de Mista, y sintió miedo. Lloró más de lo que Bruno pensó que lloraría y al final terminó abrazándolo y postergando la maleta para el día siguiente.

Toda esa llorada lo dejó seco, así que al otro día ya no derramó ni una sola lágrima. Se veía agotado, los ojos hinchados y los suspiros iban y venían, pero estaba contento. Armó su equipaje con ayuda de Bruno y no pasó mucho tiempo hasta que Mista pasó por casa tocando la bocina y bajando inmediatamente a ayudar a Giorno con las maletas. Bruno los siguió, acarreando algunos muebles faltantes, y cuando ya estuvo todo dispuesto, padre e hijo se quedaron mirando frente a frente, Giorno en la puerta de la casa, y Bruno en el porche.

Así sería, desde ahí en adelante. Giorno en su casa, Bruno en la propia.

No era como despedirse de Giorno cuando iba a casa de Abbacchio y saber que el chico volvería a casa al otro día. Tampoco era como si no fuera a verlo nunca más. Pero, de todas maneras, el frío que sintió al volver a casa y encontrar solamente el silencio de Paolo dormido, fue sin duda entristecedor.

Ya quería que llegara el día en que Giorno fuera a visitarlo.

Por su parte, el chico recorría su nuevo hogar como si no hubiera estado allí nunca. Deslizaba la mano por los muebles, sonreía mirando a cada rincón, mientras Mista, pacientemente, se ocupaba de las pertenencias delicadas de Giorno, que iban envueltas en plástico con burbujas y con papel de periódico.

Pronto, Giorno comenzó a escuchar los sorpresivos pop de cada burbujita siendo reventada. Bruno no lo dejaba hacer eso, porque le decía que algún día servirían para envolver cosas. Sonrió para sus adentros, pero no le diría nada a Mista, porque simplemente, no esperaba tener que ocuparlos nunca.

Fue a verlo, y su novio lo miró, culposo.

—Esto es tan terapéutico

—Lo sé, me encanta

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2021 ⏰

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