-¿de verdad me comporte así? Después de todo lo que pasamos juntos, después de que estuve día y noche pensando en él y deseando que se encontrara bien en medio de ese mundo apocalíptico, cuando al fin lo tengo junto a mí, no fui ni para dirigirle la palabra aghh. ¿Por qué lo hice? ¿sentí miedo? ¿me sentí insegura? No lo sé, soy una estupida– pensaba una chica rubia de nombre Pacifica Northwest recostada sobre su cama en medio de su enorme habitación, en la cual ya todo estaba empacado en unas pocas maletas, mientras se lamentaba por la forma en la que se comportó durante el raromagedon – hoy es su cumpleaños, necesito ir, talvez sea la última vez que lo vea y aun no le he comprado nada, ni a él ni a su hermana, será mejor que me dé prisa.
La chica se levantó y rápidamente se vistió con su clásica vestimenta, un pantalón negro, una blusa lila, encima de ella una chaqueta morada y unas botas color beige, y se dirigió a la puerta de la que era su mansión para salir y dirigirse hacia el centro comercial, sin embargo, antes de llegar a la puerta se encontró con sus padres, los cuales se encontraban llorando por haber tenido que poner en venta su mansión.
-Hija, ¿ya empacaste tus cosas? – dijo Priscila Northwest mientras se limpiaba las lágrimas.
-Ya madre – dijo Pacífica con un ligero tono de molestia – voy a salir, volveré hasta más tarde.
-¿Se puede saber a dónde vas? – dijo su padre Preston con una voz seria.
-Voy a dar un paseo por el pueblo- respondió la rubia ante la pregunta de su padre.
-Vas a ir a la fiesta de esos dos pueblerinos ¿no es así? - dijo Preston con un tono de molestia- ya sabes que no podemos convivir con las personas de esa clase.
-Papaaá- dijo la rubia con desagrado- ¿eso importa ahora? Perdimos toda nuestra fortuna, prácticamente ya somos de la misma clase que ellos.
-Bieen, puedes ir solo porque esos dos niños nos salvaron de ese demonio triangular – dijo su padre accediendo de mala manera a la petición de su hija – solo una cosa, ya no regreses a la mansión, tu madre y yo te estaremos esperando en nuestro nuevo hogar.
-Si padre- decía Pacifica mientras salía por última vez de la que era su mansión.
-Bien, cariño, dile a los mayordomos que empaquen todo- dijo Preston una vez que su hija salió de la mansión.
-Pero, cielo, despedimos a todos los mayordomos – dijo su esposa haciéndolo entrar en razón.
-Cierto – dijo Preston una vez que recordó la situación.
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Pacifica se dirigió hacia el centro comercial en busca del regalo para los gemelos, contaba únicamente con 100 dólares que tenía ahorrado.
-¿Qué les podré comprar?mmm– dijo Pacifica pensando en que podría regalarles a Dipper y a Mabel- YA LO TENGO.
Se dirigió hacia una tienda de deportes en busca de un palo de golf, una vez que encontró el indicado, uno de color rosa fuerte, fue directo a la caja para pagarlo y salió de la tienda.
-Bien, ya tengo el regalo de Mabel, y ahora ¿Qué le compro a Dipper? - decía la rubia mientras pensaba en el regalo perfecto para Dipper – ese nerd solo se la pasa metido en los libros, cuando me refugié en su cabaña pude ver que su cuarto estaba repleto de ellos, aaahhh-suspiro la rubia- recuerdo que mientras él no aparecía me dormí todas las noches en su cama, olía un poco raro y una vez me encontré sus calcetines sucias de fantasmas… un momento, ya sé que regalarle.
Pacifica fue rápidamente a una tienda de películas y busco entre tantas películas, videojuegos y series, hasta que al fin lo encontró, un DVD de la seria de fantasmas favorita de Dipper.
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One shot-Dipcifica - La despedida
HumorEl verano había llegado a su fin, después de algunos días caos y locura por doquier, había llegado el momento en que los gemelos Pines debían abandonar Gravity Falls, no sin antes celebrar su décimo tercer cumpleaños. Mientras tanto, una persona ib...