"𝐓𝐫𝐨𝐰 𝐮𝐩."

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—Ken Ryuguji, ¿No es así?.

Vió funciendo el ceño a aquel hombre. Examinandolo con la mirada y asintió sin querer ser descortez, aún así la situación era sumamente extraña. No es como que muchas personas supieran su dirección, y estaba seguro de no haber visto al sujeto en su vida.

—¿Necesita algo de mí?.—Cuestionó sonando altivo sin quererlo.

—¿Crees tener tiempo para hablar conmigo?.

Dudó, aún más confundido. Había tenido un maldito día de mierda, Mikey había peleado con Akira y le traspasó su mal humor a todo el mundo, realmente lo único que quería era sólo tirarse a su cama y cerrar los ojos un momento.

Pero el hombre realmente se veía desesperado.

—Claro.—Asintió.—Sólo déjeme ir por dinero y una chaqueta.

—No es necesario, yo invito.—Dudó, pero acabo asintiendo y cerró la puerta con cuidado.

—No me ha dicho su nombre.—Comentó.

—Hizashi Minamoto, siento la descortecía.—Negó restandole importancia. Por lo nervioso que estaba no le extraña que hubiera olvidado presentarse.

Ya en la calle se encontró de lleno con un auto sumamente lujoso, de ese tipo que sólo había visto antes en películas extranjeras. Un deportivo.

—Sube donde gustes, Ken.—Asintió abriendo la puerta trasera para acomodarse lo mejor que pudo, pues el techo era bastante bajo y su estatura no ayudaba.

Minamoto, había miles de Minamoto's en Japón. No tenía idea de donde había salido este tipo, ni por qué lo buscaba, ¿Siquiera por qué había aceptado ir con él?.

Lo analizó con más cuidado.

No debía pasar los cuarenta años, sin duda. Su cabello tenía un tono tostado junto a un par de canas que le daban un reflejo brillante, sus ojos eran negros y su estatura era promedio, le sacaba casi una cabeza.

Su ropa se veía cara al igual que su presencia era sofisticada. Si tenía un vehículo como ese seguramente debía ser o un Yakusa o un político corrupto.

Vió por la ventanilla el camino que estaban tomando. Reconoció la ruta, esos eran los barrios altos de Tokyo.

Sinceramente había pensado que iban a un café o algo así. No pudo evitar tensarse, al menos pudo descartar la opción de que era un mafioso, pues ninguno se rodearía por este tipo de personas.

El silencio estaba comenzando a incomodarlo, pensó en algo que pudiera ayudarle a iniciar una conversación y cuando estaba a punto de abrir la boca se estacionaron frente a una gran casa.

No, una maldita mansión.

—Dejaré el auto afuera para después devolverte a tu casa, ¿sí?.—Asintió, sin saber por qué le preguntaba.

Ambos bajaron del vehículo y se permitió admirar las paredes de mármol junto a la gran fuente del jardín. Aquello realmente parecía una especie de set de película, era demasiado impresionante para él, que siempre había vivido rodeado sólo de prostitutas y paredes delgadas.

—Señor, ya ha llegado.—No sabe en qué momento esa mujer con uniforme de ama de llaves llegó y les dio una reverencia a ambos.—La señorita Jessica volvió a casa hoy.

—Dios, gracias.—Lo vió agradecer al cielo, notó como de inmediato su músculos se destensaron después de todo ese tiempo.—¿Ella está bien?.

—Comió antes de encerrarse en su cuarto, pero no se veía como la última vez.

Sentía que estaba sobrando allí, bajó la mirada incómodo.

—Me alegra oír eso, intentaré verla luego.—La mujer asintió.—Ken, sigueme por favor.

Obedeció dejando una pequeña reverencia ante la empleada, sus botas sonaban al impactar contra el suelo de cerámicos azules. Era algo excéntrico pero eso no le quitaba lo atrayente a la vista, los colores abundaban al igual que las flores en el jardín.

Y el interior era mil veces mejor.

Ambos quitaron sus zapatos en la entrada y entraron con un par de pulcras sandalias blancas. Estaba seguro de que ambas eran nuevas. Hizashi lo guió hasta una preciosa sala con ya chimenea y cuadros al oleo en las paredes. Una pared entera era repisa llena de libros, todos ediciones de letras doradas y tapas duras, y un gran mapa mundi se extendía en otra, se veía antiquísimo.

—Sé que estás muy confundido ahora mismo.—Comenzó a hablar, asintió levemente, pues tenía razón.—Por favor siéntate, estás en tu casa.

—Gracias, Minamoto-san.—Se ubicó en el sofá individual de marquesa caoba y cojines de color rojo.

El hombre se sentó en el otro a juego, estaban cara a cara ahora. Rápidamente la misma ama de llaves llegó con dos bandejas, una de té y la otra con un plato repleto de tantas variedades de galletas que estaba seguro que no había visto en su vida, dejó ambas en la mesa de centro.

—Con permiso.—Y así de rápido como llegó, volvió a irse.

—¿Quieres té o un café?.

—Un café está bien.—Hizashi sirvió agua caliente en ambas tazas blancas de porcelana, le extendió una al igual que un recipiente que tenía escrito "Coffe" y otro que decía "Sugar". Tomó sólo el primero y agregó dos cucharadas rasas. Mezcló el líquido con la pequeña cuchara y lo acerco a su boca dando un trago que ayudó a aligerar su garganta, jamás había probado un café con ese sabor antes. Era delicioso.

—Hace dieciséis años falleció mi primera esposa.—Aquello le llegó como un balde de agua fría encima.—Estaba devastado, ella fue mi primera novia y realmente pensé que pasaríamos la vida juntos hasta morir ambos de viejos.

—Lo siento mucho.—Murmuró.

—Estaba tan mal que me hundí en un mundo del que no me siento orgulloso, me pasaba todo el día borracho y drogado, llendo con una mujer y otra cada noche.—Escuchó atentamente el relato sin sentir que hablar fuera adecuado.—Mirko era una rubia despampanante, además bailaba como si aquello fuera su única razón para vivir.

"—Mirko, tu madre, domaba ese tubo de pool como si fuera una maldita gata salvaje.—"

—Sólo estuve con ella una vez y cuando volví a buscarla al club ella se había ido, nunca más volví a verla o a saber algo de ella.

"—La perra a veces se desaparecía de un día para otro, sus clientes enloquecían.—"

—Jamás me dijo que estaba embarazada.

"—Yo siempre aposté que tu padre era ese hijito de papi que se gastaba la herencia con Mirko.—"

—Ken, si lo hubiera sabido...

"—Cuando murió sólo nos pidió una cosa, pero es un secreto, Ken-kun.—"

—Yo jamás la hubiera dejado sola.

"—¿Cómo se llamaba?, ¡Ah, si!, Minamoto.—"

—Hace seis meses me enteré que ella había muerto hace años por una de sus compañeras de ese tiempo, Haruka, ¿La conocíste?. Bueno, no importa. Ella me contó de tí.

Se sentía mareado.

—Y se que puedo sonar algo desquiciado tomando en cuenta a lo que ella se dedicaba, pero, Ken.—Necesitaba aire.—Estoy seguro de que eres mi hijo.

Mierda.

𝐓𝐑𝐎𝐖 𝐔𝐏.-Tokyo Revengers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora