– Así que... ¿qué es lo que somos?
Simple y directo, así es como le cuestionó mientras miraba el horizonte. La tarde llena de colores otoñales y una brisa levemente fría, el sol se escondía y pronto desaparecería para ceder lugar a la eterna luna creciente. Sin embargo, sería una estupidez decir que alguno de los dos estaba prestando atención a ese tipo de detalles, por más mínimos o grandes que fueran, cuando en realidad solo estaban fingiendo fijarse más en ellos que en la pequeña conversación que mantenían. Si es que así se le podía llamar a un intercambio de palabras y monosílabos que duraron apenas tres minutos.
Para Karma, esa pregunta no significaba mucho menos, se le había adelantado y ahora era quien llevaba la responsabilidad de contestar. Pero si ni siquiera él lo sabía con certeza, ¿cómo saber cuál sería la respuesta correcta? Y se estaba debatiendo entre si ignorarlo o devolvérsela, porque definitivamente si contestaba a ciegas sólo sacaría de sus casillas al otro y puede que esos momentos curiosamente agradables se terminaran en un abrir y cerrar los ojos.
Sin embargo, y para su sorpresa, la pregunta formulada solo era un reflejo nervioso en Asano, quien se encontraba culpándose de su estupidez descontrolada. Era una mera excusa y a la vez un pequeño desahogo, porque el tema le llevaba taladrando la cabeza desde hacía mucho tiempo atrás, pero como prefería conservar el orgullo antes de razonarlo y admitirlo, dejó que Karma se encargara. Tal vez conforme a lo que él dijera, podría sugestionarse de que aquello era la realidad, cuando no lo era. Si Karma decía que no eran nada, entonces no lo serían. ¿Pero y sí decía que eran algo más que eso?
– No lo sé.
Lo que temía.
Le dieron ganas de golpearlo hasta que dijera lo que quería escuchar, pero las cosas no podrían ser así simplemente porque ya lo conocía. Lo conocía lo suficientemente bien, a pesar de que no fueran tan cercanos o siquiera pasaran el debido tiempo como para saber los movimientos del otro sin necesidad de pensarlo mucho. Lo que decepcionaba a Asano es que el mismo Karma, siendo quien era, no hubiera podido llegar a una conclusión por lo menos un poco convincente.
O eso parecía.
Y desgraciadamente, era verdad. Akabane Karma no entendía ese tipo de cosas. Era tan idiota como él en ello, y eso era lo único en lo que no competían, por estar al mismo nivel. El orgullo les cegaba, los confundía y los llevaba a repetir el mismo bucle una y otra vez. Podrían simplemente dejarlo de lado y continuar con su rutina de fastidiar al otro. Karma podría seguir buscando maneras en como arruinarle la existencia a Gakushuu y Gakushuu podría seguir buscando la manera de devolvérselo. Pero el nivel de orgullo que les unía, era equivalente a la terquedad que les alejaba. Querían dejarlo ir, pero al mismo tiempo se aferraban a ello.
Y por eso es que seguirían llegando todas las tardes después de la escuela, al mismo lugar, para sentarse y estar el mismo tiempo que el día anterior en el mismo silencio que tanto les abrumaba tanto.
– ¿No lo sabes? – Inconscientemente, casi ido, volvió a hablar. No supo si era por la forma en que lo dijo, o porque el silencio repercutía en su tono de voz, pero a su lado, Karma se tensó.
– No, no lo sé.
¿Quién iba a saberlo? ¿Quién iba a hablar por ellos?
Tal vez si volvieran en el tiempo, si miraban la escena y el acontecimiento que les puso en esa situación. Quizás si se fijaban en la forma en que se miraban. Acaso si incluso pudieran advertirles a sus yo del pasado.
Posiblemente, esto no estaría pasando. O al menos, tuvieran una mínima idea de lo que deberían hacer con esos sentimientos.
Ojala hubieran podido hacer algo al respecto sobre ese día, en el que Asano se tomó la molestia de llevar algunos papeles hasta el edificio de la clase E, que aunque fuera un infierno subir esa maldita montaña, había decidido llevar personalmente justo en la hora de educación física. Justo cuando todos se encontraban entrenando para una vez más, mejorar sus ataques en contra de esa masa amarilla al que llamaban Korosensei.
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question » asakaru
Fanfiction- Así que... ¿qué es lo que somos? Un amigo no besa a otro. Un enemigo no teme por el bienestar del contrario. Los novios admiten que se aman y en cambio no desvían la mirada cuando el otro los descubre observándoles. La ignorancia debía desaparece...