Bajo la alumbrante luz tenue de los faroles de la avenida Winchester, el señor Garden emprendió un virtuoso viaje que lo llevo a las oscuras y vacías calles de Londres, a primer margen supo que ya había tenido suficiente con esperar a que la lluvia cesara, obligándole a desafiar aquel sermón que su esposa le menciono tras haberle acicalado su traje nuevo. Pero para bien, ella era bastante comprensiva para adecuarse a la situación de su marido, así que no se lo pensó dos veces y continuo con su travesía.
La avenida había dado el primer indicio de mostrar la naturaleza de su sociedad, algunos civiles volvían a su jornada después de haberse resguardado en sus casas, mientras que los vehículos aceleraban para no adentrarse en el denso manto de neblina que se presentaba con furor.
Detuvo su paso frente a un callejón que se distinguía como ingresar a la garganta de un animal salvaje. Antes de entrar dirigió la mirada hacia ambos lados para asegurarse que nadie lo viera. De hecho, nadie, no sintió la verdadera preocupación por que lo notaran sospechoso, y de ser así, aparentarlo solo lo delataría más. Avanzo sin dar el mínimo gesto de pudor gracias al contenedor de basura y las ratas que corrían despavoridas a las cloacas subterráneas. Parecía bastante acostumbrado con los olores del lado caótico de la ciudad.
Al doblar una pequeña intersección a la derecha se topó con lo que parecía ser una puerta encajada al final del pasillo, se veía pesada, gigante y con la expectativa de protegerla con cualquier tipo de amenaza, se acercó y dio tres fríos toques con los nudillos de sus dedos. Una mirada feroz se asomó desde la pequeña ventanilla de barrotes de aquella solida puerta, unos ojos bajo unas orondas cejas negras se asomaron en la pequeña abertura.
Alliance de mon sang pronunció Garden.
La puerta se abrió de golpe ante la orden, y el gigantesco guardia lo dejo pasar sin hacer ningún tipo de contacto visual. Lo que ahora le daba la bienvenida era un páramo que nunca deseo volverse a encontrar.
Un nuevo escenario que lo hizo repudiar. La realidad perdida. La devastación. La otra cara de la humanidad.
Una vasta calle que daba luz a un camino de faroles y de diferentes carpas comerciales a sus costados, mientras se perdían bajo el aspecto de un callejón muy profundo. El denso olor a lluvia, sangre, carne y putrefacción lo hacía estremecerse cada vez más. No muy convencido por la situación, decidió ingresar al mercado sin ninguna objeción, solo ver aquellos artículos que de ser así no tendrían que estar a manos de los humanos y los no tan humanos.
Pequeños collares lujosos, contenedores con órganos humanos, pergaminos oscuros, botellas a base de sangre humana, cuerpos desnudos colgados a gancho. El mismo infierno hacia su presencia.
Los lugareños estaban sedientos de placer y morbo, algunos tenían llagas en las caras, otros parecían inexistentes, juro al menos a ver a un visto a un tipo muerto en la acera. Pero nadie se tomó la molestia de procurarlo, todos seguían su paso. La imagen era tenebrosa, imposible de apartarla, aunque fuese un segundo, todo era crudo y mórbido a la vez. ¿Esta era la naturaleza humana?
Tras apartarse de la zona más densa del lugar, se marchó al lado más silencioso y cutre del bazar, solo el eco de sus pisadas jugando con una sintonía par. Esquivo un muy desolado perro consumido por pequeñas larvas en el interior de su estómago abierto, la ley de la vida hacia su vil presencia. Otra vez ese olor. A su derecha diviso un hombre besar lujuriosamente a una mujer joven, mientras parecían acercarse al acto.
Sin tomarle mucha importancia, se infiltro hasta llegar a una pequeña vivienda de madera bajando por unos singulares escalones agrietados, frente a su vista había un cartel enfundado con las letras negras "Cantina del Sr. Bon Billy". En su interior un pianista tocaba una placentera pero discorde sinfonía conducido por el mismo sonido mientras daba toques de talón. Los civiles sentados, daban mala impresión contra el señor, pero no mostraban ningún signo de agresión, hoy había estado de suerte, los hombres no duraban al menos diez segundos dentro.
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Trueno nocturno y el resurgir de la espada
FantasiLondres 1940, la humanidad se encuentra al borde del colapso. La guerra entre los Caballeros celestiales, una facción de héroes con habilidades únicas y la Real sangre escarlata, una orden de vampiros de Elite con deseos de derrocar el fin de la raz...