Azul.
El viento movía libremente las cortinas del aula de clase, dejando a la vista pequeños pedazos del azulado cielo.
Se perdía en él y en las pocas nubes que lo cubrían.
Era en la clase de arte en la que podía fijarse en él, en sus detalles, y en sus distintos tonos de azul.
Pensaba en lo lindo que era y en lo mucho que desearía estar en él, tocando con la punta de sus dedos las nubes.
Quizá, y sólo quizá, el azul del cielo era su color favorito.
Sin embargo, no era más que una simple comparación lo que bailaba en su mente.
Cerraba sus ojos y los abría nuevamente al mirar a su lado.
Azul.
Se perdía en el azul, en el de su mirada.
El cielo debía de envidiar los distintos tonos que bañaban los pequeños ojos de Viktor.
Se fijaba en cada uno de los detalles de sus ojos y anhelaba guardarlos en su mente como un preciado tesoro.
Era en la clase de arte en la que decidía dibujarlos con sus lápices de color azul.
Pensaba en lo lindos que eran y en lo mucho que desearía que lo miraran a él durante el resto de sus días.
Le miraba sonreír y la magia del azul del cielo se perdía y renacía en su brillante mirada.
Sin lugar a dudas, el azul de los ojos de Viktor era su color favorito.
