La Nueva Suprema

Un Sentimiento Raro.

Chicos, necesito aclarar que, por alguna extraña razón, éste capítulo no se publicó siendo que yo lo subí, y me parecía fundamental, porque sino todo era demasiado rápido quizás. Me disculpo, y aquií lo tienen, aunque no sea uno nuevo, sino uno en el medio. Éste sería el tercer capítulo.

Los días pasaban y Zoe acudía cada uno de ellos a ver a Kyle, tratando de escapar del aquelarre que era un infierno con Fiona dando vueltas, gritándole a Delia por nada, con Madison dándose de grande y con Queenie sin hablar con nadie. Sólo Nan era su amiga, pero no era agradable estar con alguien que estaba en tu cabeza.

Kyle, por su parte, ansiaba el horario de visita para poder estar con la bruja. Recordaba que en la fiesta le había dicho que algo debía estar mal con ella, pues era la primera chica ardiente que conocía que no deseaba hablar de sí misma constantemente y no tenía novio. El chico sentía algo por ella, que crcía y había surgido apenas la había visto a través de ese cristal aquella noche trágica. Aunque sólo habían pasado dos semanas, creía profundamente que Zoe estaba hecha para él, e intentaba decírselo cada día, pero nunca se animaba.

Ese día se encontraban leyendo un rato juntos. Zoe no se animaba a mencionarle nada de la brujería a Kyle, no que ella lo era, pero había llevado libros de conjuros y encantamientos, y él parecía fascinado por ellos. El primer libro que le había llamado la atención había sido el que hablaba de Las Siete Maravillas, y en ese momento, él las recitaba:

-Telekinesis, Concilium, Transmutation, Pyrokinesis, Descensum, Vitalum Vitalis, Divination.

Zoe le sonrió, pues le parecía lindo e importante su interés en la brujería. Pero... ¿importante para qué? ¿Realmente le gustaba?

-¿Zoe? -murmuró él, y se dio cuenta que se había perdido en sus pensamientos.

Vio que él se encontraba preocupado, mirándola, con una mano extendida y el rostro muy cerca del suyo.

-¿Si? .respondió, mirandolo a los ojos, sin alejarse.

-Me gustas mucho.

Y rozó sus labios con los de ella, alejándose rápidamente por el miedo al rechazo. Zoe se quedó allí, confundida, sin saber qué pensar ni qué hacer, sin saber qué sentir siquiera, por lo que miró los libros, y cuando la enfermera entró para decir que el horario de visita había finalizado, recogió sus libros y sus cosas, murmuró "adiós", y sin esperar respuesta, salió.

Kyle qudó atónito, y luego se odió a si mismo. Había arruinado todo, y ella seguro jamás volvería.