- XXIII -

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Vigésimo Tercer Recuerdo

Abrió sus ojos parpadeando pausadamente para deshacerse de aquellas lagrimas que volvían borrosa su vista. Llevó su mano derecha para retirar las lágrimas que habían llegado hasta su oído, borrando el camino que esta generó. Miró a su alrededor lentamente y cuando se percató de que se encontraba recostado en la camilla de un hospital, se incorporó sobresaltado, analizándose primeramente y viendo que vestía solamente de su típica camiseta amarilla y sus jeans.

Tiró de los cables a los que se encontraba conectado y se levantó de aquella camilla, percatándose de que sus tenis se encontraban en el piso, y que se colocó al instante. Cuando se incorporó sintió un pequeño mareo, pero, aun así, caminó hasta la puerta, recargándose un momento en la pared tomando aire profundamente. Abrió la puerta y se topó con el pasillo del hospital hecho un caos.

Miraba a las enfermeras correr de un lado para otro completamente agitadas, algunas arrastrando carritos cargando lo que parecían ser cajones llenos de pequeñas bolsitas transparentes, mostrando un líquido rojo en su interior, y otras ayudando a los médicos a llevar a los pacientes en las camillas, tal y como los que acababan de pasar frente a él. Cuando vio el cuerpo postrado sobre aquella camilla sin algunos miembros de su cuerpo, retrocedió y cerró la puerta, llevándose su mano hacia su boca, para contener el alimento que amenazaba con salir de su garganta.

Era un policía.

Era un policía de la LSPD desangrándose sobre aquella camilla, sin su pierna y brazo izquierdos. Inhaló aire profundamente para después volver a abrir aquella puerta y salir, en busca de respuestas, dejando atrás aquella habitación en donde reposaba en la pequeña mesa al lado de la camilla, un vaso lleno de agua con una flor roja en su interior la cual dejó caer un pequeño pétalo manchado de un rojo más oscuro sobre la mesa.

Caminó abriéndose paso entre la multitud, buscando a alguien que pudiera darle explicaciones. Preguntó a las enfermeras, pero estas negaban con su cabeza todo aquello que les preguntaba ¿Nadie sabía que había pasado?

No tardó mucho cuando a lo lejos vio a un oficial de la LSPD hablando por radio mientras cubría la entrada del hospital. Se acercó lo suficiente para que aquel oficial rápidamente lo tomara de los hombros y lo arrastrara hasta una parte más cubierta al notar su presencia.

— Lo lamento Agente H, pero actualmente estamos bajo amenaza. Han tiroteado el hospital hace unas horas — informó alterado retirándose la máscara.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó viendo al castaño frente a él.

— Ha habido un bombardeo en la zona donde se encontraban ambas mallas por el secuestro de Collins — comentó nervioso —, intentamos sacar a todos los agentes de ahí, pero, — desvió su mirada — era muy peligroso y no tuvimos más remedio que retirarnos, Agente.

Su corazón se encogió al escuchar la voz rota de O'Conner intentando disculparse con él, por no haber salvado a tantos agentes como había querido. Horacio simplemente se derrumbó en silencio, sintiendo como poco a poco su visión comenzaba a ponerse borrosa.

— A usted y al comisario Volkov fue fácil extraerlos de aquel sitio — continuó —, ustedes se encontraban más apartados que el resto. El comisario actualmente está siendo atendido.

Aquellas simples palabras del agente fueron como el sol apareciendo entre las nubes después de una horrible y helada tormenta, que le permitió respirar el aire y el aroma a medicamento del hospital, y sintiendo como su cuerpo se sentía más ligero, pero no duró mucho de esa forma, cuando lo recordó.

— ¿Collins? — soltó exaltado.

— Él...él se encuentra bi-bien también — sonrió forzosamente, pero el federal le miró confuso esperando una explicación —. Llegó al hospital sin pulso...

〖 Don't say it again 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora