Oh baby, baby

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No la había visto en 4 días.

No paraba de preguntarse qué había pasado con su pequeña vecina. ¡Hasta le había preguntado a su madre!

La señora Manoban se había sorprendido al escuchar de los labios de Roseanne "necesito el número de su hija" después de que le explicara que Lisa no quería verla. Le había extrañado porque antes Rosé iba cada día y se había tardado en volver. Más le había sorprendido cuando su hija le dijo duramente que no querría volver a ver a la mayor. Pero la señora Manoban no es tonta, sabe que entre ellas hay algo. También lo comprobaba cada vez que escuchaba que su hija le ponía el pestillo de la puerta o cuando salía Rosé de su habitación agitada. Y decidió que no era mala idea que Roseanne tuviera el número de su hija.

Roseanne moría de pena, no podía creer nunca se habían atrevido a intercambiar números. No había sido necesario, sólo bastaba con abrir la ventana y empezar a charlar. Pero en 4 días sus cortinas y la ventana se habían mantenido cerradas. La esperaba afuera de su casa, pero nunca la veía. A veces veía a Jisoo con Jennie y cuando se acercaba a intentar hablar, Jennie se volvía loca.

—¡Lárgate maldita zorra, búscate a alguien que no tenga novia!

Rosé había tratado de explicar pero lo único que recibía era un "no" rotundo de Jennie.

—Mami Jennie no deja a Jisoo hablar con zorras.

Su novia se veía bastante satisfecha cuando escuchaba esas palabras. Roseanne había pensado que esa relación era demasiado rara. Y definitivamente Jisoo era la pasiva.

Le había mandado sólo un mensaje a Lisa que básicamente decía "¿Estás bien?". Oh vaya, la chica le había respondido con un simple "No eres para tanto."

Le había dolido. Roseanne se había preocupado para nada. Es más, la única que estaba sufriendo era ella.

Hasta que un día, mientras tomaba una siesta, sintió como acariciaban su cuello. Al abrir los ojos se encontró con una Lisa rubia.

Roseanne se levantó rápidamente sorprendida.

—¿L-Lisa? ¿C-Cómo entraste?

—Por la ventana, te veías muy tranquila y tu madre no está en casa.

—¿Y-y qué haces aquí? —Pronunció Rosé nerviosa.

La chica la miró y le dedicó una sonrisa, una que no le gustó para nada a la australiana. Una sonrisa que la convertía en masa emocional.

Y Lisa la besó. La besó con desesperación. Besó cada parte de su boca, ella sabía dónde eran sus puntos débiles.

Enredó sus manos en el cabello de Lisa y la acercó más. Al instante la chica se separó.

—No. —Sentenció con la voz ronca.

Rosé no entendió hasta que sintió una mordida bastante fuerte en su cuello.

—No me toques.

La mayor soltó un suspiro, era lo único que podía hacer cuando tenía a una Lisa comiendo de su cuello. No trató de tocarla, pero se estaba consumiendo en llamas.

Gimió.

La mejor había encontrado su punto débil: sus orejas. Las lamía y mordisqueaba lentamente.

—Lisa no sé qu-

Se tensó, la contraría estaba debajo de su blusa lamiendo y succionando su abdomen. La boca de Lisa era fría, pero podía sentirse más caliente.

Le masajeó los senos, primero lentamente y luego rudamente. Los pezones de Roseanne eran extremadamente sensibles, no quería imaginar cuando la menor decidiese utilizar su boca. Sintió una descarga eléctrica bastante conocida y gimió sin vergüenza.

Lisa decidió que la blusa estorbaba y, en un segundo, salió volando, seguido de su sostén.

La miró.

Con sus ojos rasgados, sus pupilas dilatadas y con las mejillas sonrojadas. La chica le dedicaba una mirada intimidante, mezclada con lujuria y furia.

Le tomó el pezón izquierdo y lo metió a su boca, mientras con la otra mano le acariciaba lentamente el abdomen. Lisa le estaba dando un beso francés a su pezón, luego al otro.

—Dios, Lisa sigue... —Pronunció con la voz ronca y cargada de excitación. —No pares, por favor.

Sintió como el contacto de la menor se alejaba.

Oh no.

No, no, no, no, no, no, no, no.

¿Ella iba a dejarla así?

Rosé la miraba agitada y su respuesta llegó cuando observó a Lisa abrir la ventana.

—Oops. —Le dedicó una sonrisa ladina.

—¡Maldita, no seas así!

Al parecer Lisa no regresaría y Roseanne soltó un suspiro, frustrada.

Ella misma tendría que apagar el fuego que estaba entre sus piernas. Y lo haría, lo haría con la chica de ojos cafés en su mente.

Oops... I Did It Again!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora