11: imbécil.

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Durante las clases dejo que Damiano coja apuntes, vaya, básicamente porque después pienso fotocopiarlos. Así funciona el trabajo en equipo. Yo no le distraigo y él nos ayuda a aprobar a los dos.

Es broma, también nos repartimos el trabajo. No tengo tanta poca vergüenza.

Fuera hace muy mal tiempo, pero pese a que Damiano me ha dicho que no hacía falta que le acompañase como doscientas veces pues he ido, dejando a Fer y a Helena en clases. Aunque sinceramente allí estaría mejor que en la puerta de la facultad. Donde hace muchísimo frío y encima está lloviendo. ¿Todo para qué? Para acompañar al italiano para que fume.

No se, creo que tengo el cielo ganado.

- Creo que me estoy muriendo por congelación- susurro e intento taparme aún más si es posible con la chaqueta. Quizás debería ir pensando en sacar ya los abrigos.

- Te dije que no vinieras - se quita la chaqueta y me la coloca sobre los hombros. Pienso quejarme pero habla antes de que lo pueda hacer. - Si tanto la querías solo tenías que pedirla.

- Yo no... - su dedo índice se coloca sobre mis labios para callarme. Y que queréis que os diga, no soy de piedra.

Sus ojos me miran una vez más de esa forma que no sé explicar, pero que sinceramente hacen que desconecte de absolutamente todo. Sus ojos son de un precioso marrón oscuro adornado con largas pestañas, que sinceramente son muy envidiables.

Últimamente tenemos muchas escenas así y ambos somos conscientes de los rumores que vuelan por los pasillos sobre nosotros dos.

Parece que no saben diferenciar cuando una chica solo babea por su amigo.

Y de nuevo sus ojos bajan hasta mis labios y si, acaba de sonar una alarma dentro de mi, porque obviamente yo no voy a parar nada.

Repito, últimamente nos pasa mucho estas situaciones.

Y que si, no soy estúpida y no voy a seguir con el teatro de "no sé si le gusto". Porque puedo parecer tonta, pero no lo soy. Pero igualmente se que él está ahora mismo en una situación, que pese a que se sienta atraído hacia mi, no puede hacer nada.

Aún no se que ha pasado con Gio, y aunque lo hubiesen dejado, no pienso tirarme encima de él a los dos días. Más que nada porque no pienso ser la chica tirita que le haga olvidar a la ex (o novia, aún no sabemos esa información) para que luego me dejen rota y llorando por las esquinas.

Suficientes veces ha pasado esa situación como para repetirlo una vez más.

¿Debo pararle porque se está acercando a mi?

Muy a mi pesar así debe ser.

Disimuladamente miro la hora en el móvil y resoplo dramáticamente.

¿Efecto conseguido? Si, pero no contaba con que huyese.

¿Otra vez piensa huir?

Já.

- Damiano, él aula está por el lado contrario, así que deja de huir y se consecuente con tus actos - murmuro bien alto para que se entere. Se gira y me mira sorprendido. Me cruzo de brazos dejándole claro que estoy molesta.

Puede que sea porque no me ha besado.

- Yo no estaba...

- A clase, ahora - le ordeno y la tensión momentánea desaparece en cuanto sonríe.

- Eres muy mandona - se burla.

- Y tu imbécil.

- Es que me lo pones muy difícil - murmura y finge que se le ha escapado. Si fuese así lo habría dicho en italiano, que ya son tres semanas desde que nos conocemos. Y si, llevo la cuenta.

Mamá, ¿te gustan los italianos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora