Capítulo 22

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Las heridas se curaron con algo de tiempo el cual no fue piadoso con él. Su cuerpo estaba roto y destrozado por completo mantenerse en pie era insoportable y caminar era un calvario, cada paso que daba dolía en extremo, cada paso, cada punzada de dolor intenso le recorría, pero tuvo que seguir, tenía que huir y esconderse. 

Aunque aquello no sirvió demasiado como para burlar al demonio al cual respondía, a los dos días de haber huido este lo encontró en el interior de un edificio abandonado donde vagabundos se encontraban, personas de avanzada edad y personas sin recursos se encontraban, sus heridas se curaban con lentitud y una que otra se infectaba. Cuando lo encontró lo llevo de inmediato a su "hogar" donde ordeno que limpiaran su cuerpo y ayudaran un poco con la curación de sus heridas, el diminuto e ínfimo pensamiento que posiblemente se había apiadado de él se esfumo después de escuchar como este le interrogaba por lo sucedido, pero sus palabras para él no fueron suficientes quería verlo. Se metió en su mente y lo hizo revivir todo, todo el abuso y el dolor, nuevamente fue llevado a un limite solo que en esa ocasión no fue su cuerpo sino su mente. 

Su alma ya estaba rota, desde hace mucho lo había estado, solo quedaban los pequeño fragmentos que eran pisoteados. Su alma que parecía comenzar a curarse al sentir el cariño del demonio fue rota por el mismo que ayudaba a reconstruirla. 

Después de que el demonio vio lo que el pelirrojo le hizo fue echado del lugar recibiendo unas pequeñas palabras —"puedes hacer lo que desees por ahora, escóndete si así lo deseas, huye y folla con quien y con cuantos quieras, por el momento haz lo que quieras"— después de ellas fue devuelto a aquel lugar donde lo había encontrado, no sin antes haberse llevado algo de suma importancia para aquel demonio arrogante y avaricioso, no se merecía ese desprecio ni de él ni de nadie. 

No podía estar viviendo en ese lugar, a esa pocilga. Le daba asco y no lo toleraba tan pronto como su cuerpo estuvo en "buenas condiciones" o al menos a medias o soportables. 

No tuvo mayor opción más que hacer lo que "mejor" sabía hacer, comenzó a acostarse con alfas, betas y omegas, no importaba cual o que fueran, lo hacía. Necesitaba dinero, donde dormir y comida. Aunque no le gustaba tenía que hacerlo, era lo único que conocía. Era complicado, tenía nauseas las cuales iban y venían, a pesar de estar hambriento no podía comer ningún bocado sin sentir como las arcadas venían y le atentaban el vomito. 

No quería que fuera aquello, era imposible y se negaba a creerlo. La marca en su cuello continuaba ahí, ya comenzando a cicatrizar, pero de igual forma continuaba doliendo y ardiendo todos los días. 

Aquel alfa que estaba atendiendo en ese momento lo movía con brusquedad, sus piernas estaban abiertas y se apoyaba en sus brazos y piernas que estaban débiles el alfa tomaba sus caderas y las bajaba con fuerza. No podía evitarlo, aquel alfa tenía una similitud con aquel demonio rojizo del cual quería olvidarse, lo odiaba y aborrecía, había confiado en él y querido y este le lastimo e hirió. Veía todo aquello como una mal chiste que para él se contaba por si solo, todo ese tiempo lo había engañado, su "amo" lo había dejado en aquel lugar y le ordeno seducirlo, no creyó hacerlo, pero lo consiguió solo que en el proceso él cayo en su propia trampa y termino enamorándose de él. 

En ese momento ahora prefería que hubiese sucedido así por que si se enteraba de que durante todo ese tiempo estuvo trabajando con aquel demonio, que se estuvo acostando con él, sería algo terrible a pesar de que no fue por que quisiera estar de su lado no tenía alternativa. No tuvo opción cuando todo sucedió, cuando cayo en sus manos. 




La culpa le invadía y lo carcomía sentía como si colgara de un hilo, su orgullo estaba por los suelos, sentía el desespero a flor de pie, habían pasado ocho semanas desde que no sabía nada en absoluto del paradero de Mason, buscaban en una y otra dimensión tratando de encontrarlo, pero no lo hacía.

Por más que le buscaran no daban con su paradero, la dimensión a la cual en un inicio se había transportado no esta, revisaron cada sitio de aquella dimensión, cada mente sin encontrarlo. Sin un rastro que seguir les preocupaba que algo pudiese sucederle, pues estaban consientes de que no se encontraba en el mejor estado cuando huyo de la pirámide de Phill. 

Phill era quien estaba completamente desesperado por encontrarle, quería su perdón y se arrepentía por lo que había hecho. Will continuaba sin verle y si le dirigía la palabra eran cortantes, frías y eran mayor mente ordenes que sugerencias o lindas palabras de animo como antes. 

Will siempre estaba a su lado apoyándole al igual que él al suyo, pero ahora que había hecho lo que le juro por vida jamás hacer, él junto con Bill le habían ayudado a superar cuando aquel bastardo le había dañado, Bill y Phill siempre había sido muy diferentes a cualquier otro demonio alfa los cuales tenían en lo más alto su orgullo y hacían menos a los omegas y betas. 

 Quería el perdón de su hermano y de aquel beta que tanto adoraba y al cual estaba seguro le había hecho demasiado daño, estaba determinado a conseguirlos. Continuaba buscando día y noche, cada segundo y cada parte de él estaban dedicados en lleno a su encuentro y en la forma de lograr el perdón, un recordatorio que tenía del daño que le había hecho estaba en su espalda y en sus brazos y muñecas los rasguños llenos de desesperación por intentar zafarse de él y huir, también el recordatorio en su mente escuchando una y otra vez en alguna especie de bucle sus suplicas, sus llantos, gritos y alaridos, los gemidos que alguna vez eran de puro placer a unos llenos de dolor y sufrimiento. 

El Dari domun le había dejado esas pequeñas e insignificantes heridas en comparación a las que él había causado. Dos de las marcas más destacables estaba en su cuello, un par de mordidas una en cada lado hechas en el desespero del beta en aquella vil situación, un alfa como él debería sentirse avergonzado y denigrado al tenerlas de manera permanente, pero no las veía de esa forma para él en ese momento eran hermosas y un recordatorio del daño hecho. Uno pequeños a algo incomparable.

Se encontraba en una de las miles de dimensiones buscándole había hecho uso de contactos que nunca antes pensó volver a contactar y algunos de ellos hablaban de un beta. La posibilidad de que fuese él eran pocas, pero la había y la tomaría.

Te traeré de vuelta mi omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora