Donatella

79 8 3
                                    

Fue durante el agonizar del alba que la vulnerable dama aferró sus piernas al alma que se le escapaba entre suspiros, ella gritaba con todas sus fuerzas, lloraba y rogaba al cielo que la escuchara pero todo era inútil, una vez más en su vida estaba totalmente sola. Sintiendo a la muerte respirar tras su nuca el extraño guardián que la protegía desde las sombras abandonó la oscuridad para correr a su auxilio, una vez acunada fue la dama entre sus brazos ella dudó incluso de su propia fe, pero de lo que estaba realmente que segura era que el salvador que la sostenía con afán afable era también su ángel de la muerte que preveía el final de su patética historia.

El describir cómo había llegado hasta ese punto era toda una odisea, Donatella Una no tenía a nadie en este mundo, hija de una infame cortesana se crió en un burdel bajo las coloridas faldas de las meretrices que a mandato de su Celestina paseaban a las orillas del puerto de Cerdeña intentando embaucar al pobre incauto que cayera en sus encantos, decir con certeza cuál de todas las mujeres ahí era su madre le fue imposible, pues entre ellas se arrojaban a la nena negando la responsabilidad, era como si la tierra se hubiera tragado a la progenitora de la pequeña, Donatella simplemente jamás la conoció a su madre.

Pese a tal tragedia la muchacha se forjó de un carácter sensible y tranquilo, cada vez que la adversidad la abatía ella recibía las penurias con la sonrisa más radiante de todas, a sus palabras ella siempre solía repetir "cuando la vida se torna gris más que llorar hay que reír para darle un poco de color" y con esta idea vivió toda su vida, aún así no podía evitar sentirse sola, cuando era joven corría todas las tardes a las orillas del mar pidiendo respuestas al señor por su desdicha pues su pasado la atormentaba y su futuro la aterraba.

Siendo una niña bastarda hija de las bellezas galantes de la noche ningún padre permitía que sus niños siquiera dieran mirada a la tierna muchacha por tanto el agónico silencio nublaba su visión y la tranquila brisa del mar había sido único acompañante hasta que lo conoció a él.

Un muchacho miraba con la ilusión y curiosidad de un niño al pequeño anfibio que saltaba entre sus pies, este de inmediato llamó su atención por la bella inocencia que se desprendía de él, nunca lo había visto en su vida, era tan hermoso y misterioso que por un momento se perdió entre sus tenues risas, lucía tan tranquilo inmerso en sus pensamientos que le parecía casi perfecto

-te gustan mucho no es así?- no supo exactamente de dónde sacó el valor pero tomó la iniciativa para hablar con él, por su parte el muchacho la miró con nerviosismo, su timidez le impedía responder pero los cálidos ojos de Donatella lo invitaban a más, ella sonreía tan alegre por su nuevo amigo pero poco sabría esas serían las palabras que sentenciaron el resto de su vida

Ambas almas se criaron en soledad y con esas pequeñas palabras conocieron el cariño, estando juntos sacaban lo mejor de cada uno, él hacia lo posible para que su sonrisa jamás se borrara de su rostro y cada pequeña acción de la chica traía una extraña sensación de alegría al pecoso niño, Solido Naso se hacía llamar el muchacho que robó el corazón de la dulce Donatella, eran tan afines que compartían cada pena y cada dicha sin vergüenza alguna y pronto sintieron sus corazones fundiéndose como uno mismo, ella no sabía nada de él más que su nombre y su pensar, pero para la joven no necesitaba otra cosa en esta vida más que amarlo y ser amada.

Tomados de las manos corrían entre las olas del mar y las frías noches de otoño se hicieron tan cortas para los dos amantes que aún con toda una eternidad no podrían terminar de mostrar el amor que ardía dentro de ellos con la intensidad de mil soles.

El amor tardo poco en convertiste en pasión y sus cuerpos se acercaron cada vez más con deseo y cariño, él se entregó a ella y ella a él, eran jóvenes, eran inexpertos, eran apasionados y aún sin saber cómo amar desvivían su vida uno por el otro.

Sus cálidas noches de inverno pasaron factura a los muchachos, aterrada Donatella sentía como poco a poco una nueva vida se formaba dentro de ella, tan pronto la Celestina del burdel se enteró de los síntomas de la niña la arrojó a la calle con crudo descaro, estando sola y desprotegida se acercó con temor a su amante esperando un rechazo igual de doloroso, sin embargo, cuando pronunció la noticia él soltó finas lágrimas acompañadas de la sonrisa más bonita y grande de todas, la levantó por los aires y la cubrió con sus brazos prometiendo jamás dejarla.

Con pocos ingresos Solido instaló cómodamente a Donatella, mientras el desaparecía por el día ella cuidaba las flores de la terraza esperando su regreso, y su idílico romance de cuento se mantuvo en la mayoría del embarazo de Donatella, Solido solía hacer un pequeño juego que siempre encantaba a la joven madre, consistía en crear sonidos extraños simulando un teléfono para después hablar al vientre de la embarazada, sus susurros prometían el cielo y tierra, pero de un momento a otro todo desapareció.

Ella simplemente lo vió irse como cada mañana, espero su regreso en terraza, lo esperó y esperó pero él nunca más volvió, caminó por toda la ciudad esperando encontrarlo pero él al igual que su madre se esfumó con la brisa, regresó a su hogar, lloró y gritó por él pero una vez más estaba sola.

Cuando Solido llegaba en las tardes Donatella solía llevarle una manta y una taza de té, después de su partida el apartamento entero aún olía a té de menta, esperanzada ella siguió con aquel ritual esperando un día él pasará por esa puerta y nunca más la volviera a abandonar.

Cuando se dió cuenta que el regreso de su amante tardaría mucho más de lo que se imaginó, buscó alguna forma para dar una vida digna a lo único que continuaba a su lado, su bebé.

El mundo caía sobre ella, nadie quería apoyarla y los rumores del padre perdido manchaban aún más su reputación, las miradas por las calles la hacían sentir acosada y avergonzada, le dolía decirlo pero había ocasiones donde realmente deseaba morir y que nadie más la lastimará.

En su desazón jamás notó a su vigilante de la oscuridad que seguía cada paso suyo, mientras ella buscaba su sustento cuando la tempestad de la luna creciente en su vientre se estrelló contra sus órganos, ella no lo planeó, ella no lo quiso, pero la nueva vida ahora pedía libertad.

Su estómago ardía y partes de su cuerpo que aún no terminaba de comprender dolían de tal forma que sentía iba a desgarrarse, lloraba y gritaba por ayuda pero estaba completamente sola una vez más en su miserable vida, cuando la agonía amenazó con hacerla desfallecer sintió un par de brazos tomándola con cuidado y rapidez, por un momento tuvo la esperanza de que Solido fuera quien la ayudaba pero al ver el rostro de su salvador supo de inmediato todo estaba perdido, ella estaba perdida.

Un 14 de abril de 1986 a las 17:00 horas Donatella Una dió a luz a la persona más valiosa en toda su vida, en cuanto la sostuvo en sus brazos ella supo jamás volvería a estar sola y juró por nada en este mundo dejaría que su nena sufriera lo mismo que ella.

Cuando salió del cuarto de hospital la enfermera encargada de ella le regresó sus pertenencias agregando un par de maletas que ella desconocía totalmente, cuestionó su llegada pero el personal sólo había visto a un hombre mayor dejándola en urgencias para después retirarse, cuando ella preguntó por la identidad o paradero de la persona que la auxilió ninguna persona se lo informó, su médico por otra parte se limitó a informarle que su cuenta estaba pagada y que debía retirarse lo más rápido posible de ese lugar, sintiéndose tan débil obedeció.

Nerviosa y preocupada revisó las maletas y para su sorpresa lo que encontró era para mejor, regalos y cosas para la niña y sobre todo el dinero que tanto le iba a hacer falta, el obsequio venía acompañado de una nota que confirmaba su dolorosa sospecha

"Perdóname por no estar ahí contigo, pero quiero que sepas que nunca te he dejado sola.
Te amo Donatella y nunca dejaré de hacerlo, cuida mucho de nuestra hija, se que lo harás bien y aunque no pueda estar a tu lado no significa te he abandonado pues aún en las sombras siempre veré por ti, por favor cuídala y cuídate pues en cuanto menos te des cuenta yo iré tras de ti"

-Siempre tuyo Solido

Donatella estrujó la nota mientras sus ojos se hacían de vidrio y pesadas lágrimas se resbalaban por sus mejillas, estaba herida, confundida pero ahora tenía a alguien más por quién vivir, levantó a la niña con dulzura y la acunó entre sus brazos, sí sus minutos estaban contados ella los iba a aprovechar al máximo protegiendo a su hija, su adoración, su pequeña Trish

Diario de una mártirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora