Nada importa.
Hace mucho que lo sé.
Así que no merece la pena hacer nada.
Eso acabo de descubrirlo.La clase del 7°A de la escuela en Taering aún se encontraba muy alborotada después del incidente que tuvieron con el joven Pierre Anthon.
—Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo. — Dijo mientras recogía sus útiles escolares recién sacados de la mochila para levantarse e irse justo por la puerta por donde llegó.
Sus compañeros lo miraron con alta curiosidad, sólo a la expectativa de lo que acababa de suceder, a la expectativa de lo que significaba lo que su compañero había hecho. Se preguntaron si tenía razón, ¿Nada vale la pena? Las cosas no podían ser así, ellos tenían un futuro.
Siguieron tomando sus clases, justo como las cosas solían ser antes de la epifanía de su compañero, pero era cierto que ninguno podía concentrarse en lo que hacían. Estaban nerviosos y otros bastante asustados por el peso que las palabras de Pierre Anthon podían tener.
Llevaban ya algunos días observando a Pierre montado en el ciruelo que estaba en el jardín cerca de la escuela, sólo devorando aquellos frutos y lanzando las semillas a donde su fuerza le permitía. En más de una ocasión se habían acercado a gritarle con fuerza que lo que estaba haciendo era una estupidez, sin embargo, Pierre no les daba la más mínima importancia a sus quejas.
—Te pasas las horas aquí pasmado mirando al aire, ¿Acaso eso es mejor que lo nuestro? — Le gritó Sofía llena de rabia.
—Ni al aire ni pasmado— respondió Pierre Anthon—. Miro al cielo y me ejercito en no hacer nada.
—¡Mierda haces, eso haces! — Ese tipo de discusiones se habían vuelto parte de su rutina también, se habían vuelto parte del conjunto de acciones que, según Pierre no tenían importancia alguna.
El grupo de estudiantes sabía perfectamente que debían bajar a Pierre Anthon del ciruelo a como diera lugar, así al menos, no tendrían que soportar verlo y tenerlo presente como un constante recordatorio del esfuerzo inútil que hacían por convertirse en "alguien".
Pensaron en mil y un soluciones; poner una queja ante los adultos responsables de la escuela, gritarle hasta que él decidiera bajar, esperar hasta que el frío del invierno lo obligara a no subir, incluso pensaron en pegarle, pero Pierre Anthon tenía una reputación en la escuela por haberle causado una contusión a un chico mayor que él. Lo único que pudieron idear y les pareció una buena idea para obligarlo a bajar fue lanzarle piedras.
Llenaron la carretilla del piadoso Kai con piedras y se hizo la repartición, dos piedras para cada uno. Lamentablemente la única que contaba con una buena puntería era la pequeña Agnes, sólo ella fue capaz de darle a Pierre causando silencio al instante. Las cerezas del árbol y las ramas recibieron casi todos los daños.
Una pequeña bruma se formó alrededor del árbol, empero pasó desapercibida entre la rabia que los jóvenes cargaban en esos momentos, nuevamente Pierre se había salido con la suya.
Kai se llevó su carretilla ya vacía para poder repartir sus periódicos en la mañana, Jan-Johan le miró con odio mientras avanzaba colina abajo, Ole se sintió derrotado por no poder haberle dado con ninguna de sus piedras y Rikke Úrsula junto con Agnes caminaron sin mirar atrás, bien sujetadas de la mano como si eso las ayudara a calmar sus miedos después de la derrota.
Pierre se sentía como todo un triunfador, pero no lo diría en voz alta porque eso significaría darle peso a ese sentimiento de felicidad en su pecho. Ya poniendo de lado el hecho de haberse emocionado con su victoria, pudo notar esa pequeña neblina que estaba aglomerándose frente a sus ojos.
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Aceptemos el absurdo
Fanfiction¿Qué hubiera pasado si alguien hubiera estado ahí para guiar al joven Pierre Anthon? Todos necesitamos escuchar la teoría del absurdo al menos una vez. Basado en el libro "Nada" de la autora Jane Teller.