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Quería seguir enojada, lo anciana con mi ser pero él era mi maldita droga, esa por más que odias e intentas dejar, siempre vuelves a caer.

Seguro piensen que eso me hace débil, yo también lo creía en un principio pero en verdad me hace más fuerte que nunca, esta droga me podía llegar a matar pero mientras no lo hiciera me hacía sentirme más viva que nunca.

Estar sin él era mi fin, de una manera dolorosa y trágica, si nunca lo hubiera conocido mi vida no sería tan colorida, solo existiría el gris.

Saben si hoy me dijeran que el fin de esta historia va a ser trágico, como él de tantos libros de amor, les diría que no me importa, todo lo que eh vivido hasta el día de hoy, todas las personas que eh conocido hasta hoy me hacen ser quien soy, él me hace ser quien soy y si, prefiero un final doloroso a que nuca haber vivido esto.

Soy un mosaico de todas las personas que me han dañado, que me han sonreído y que han confiado en mí.

Soy un mosaico en el cual encontrarás besos de Ethan, abrazos de Tobías, lágrimas de Emily, sonrisas burlonas de Slade, miradas cómplices de Cristina, secretos de Florencia, inteligencia de Julián, lamidas de Zeus, sonrisas de mis padres y por siempre encontrarás el alma de Hanna.

Pero no solo las personas me han marcado, también lo han hechos los momentos, si ves en lo más profundo de mi alma encontrarás puesta del sol, libros con miles de páginas, viajes por el mundo, fiestas alocadas con muchísimo alcohol y música.

Dirás son demasiadas cosas, incluso rogarás por quedarte más tiempo porque no te dará para ver todo, cuando salgas de ese mágico lugar esos mismos momentos y sentimientos los verás en todas partes, pero solo cuando te alejes lo suficiente comprenderás que cada cosa maravillosa y terrible me forman a mí.

Un demonio tratando de ser libre.

¿Porque después de la tormenta debe salir el sol, cuando puede verse la luna?

—Tranquila Den no llores — esas palabras retumbaban en mi mente pero no hacían el efecto que debían, en verdad solo causaba que llorara muchísimo más.

—No puedo hacer nada bien— murmuré entre lágrimas, estaba apoyada en el hombro de Ethan, él me abrazaba y acariciaba mi espalda.

—No digas eso diablita, él va a estar bien...

—¡Lo están operando porque no pude cuidarlo bien!

Todas las personas de mi alrededor me miraban raro, menos una nenita que también estaba con lágrimas en los ojos.

La nenita tenía un peluche de conejito y estaba sentada al lado de su madre en la veterinaria.

Me trate de tranquilizar lo más que pude y me senté a su lado.

—¿Por quién lloras?— pregunte, ella se secó un poco las lágrimas.

—Tambor... es un conejito negro —exclamó mirando su peluche, ahora comprendía porque este era un conejo.

—Apuesto que debe ser muy lindo.

—¿Por quién lloras tú? — pregunta yo tomando la mano.

—Zeus, es un gatito de seis meses blanco, lo encontré tirado en la calle— suspiré

—Pobrecito

—Espero que Tambor se recupere —sonreí, era la primera vez en el día que sonreía.

—Yo igual, dicen que las mascotas se parecen a sus dueños así que creo que Zeus estará bien— dijo tendiéndome el pequeño conejo.

Agarre el peluche y lo acaricie, ¿cómo el gesto de una niña podía ser tan inocente y puro?

Mi vida a través de tus ojos  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora