El humo es visible por encima de las copas de los árboles, la luna brilla generosa esta noche, augurando un buen futuro para su huida.
Ray no mira ni a la luna ni al humo, sino que contempla perplejo a los niños, a sus hermanos, que le sonríen y le saludan desde el otro lado del abismo. Un abismo que pensó era insalvable, imposible de cruzar.
El abismo que ahora los lleva a la salvación.
Sonríe. Supone que es un gesto más irónico que otra cosa, pero solo hay sinceridad tras él. Ray sonríe. Le sonríe a Emma, le sonríe a Thoma y Lannion, y le sonríe a la asustada Jemima mientras se acerca a ella.
—Cruzaremos juntos —dice.
Hay algo que se agita en su pecho, algo que le dice que por primera vez va a contribuir en salvar a uno de sus hermanos, que no va a dejar que se dirija derecho a la muerte sin poder hacer nada.
Emma susurra su nombre, con emoción y alegría en los ojos. Ray cree que también ve orgullo, pero no cree merecerlo así que decide pasarlo por alto.
No obstante, antes de cruzar, agarra la mano de Emma. Es tan solo un momento, un apretón fuerte de unos solos segundos de su mano sobre la mano de la chica, sin ni siquiera girarse a mirarla, pero espera que ella entienda todo lo que quiere decirle con ese gesto.
Gracias. No te voy a fallar. Voy a estar aquí. Gracias.
Cruza con Jemima bien aferrada entre sus brazos, y después los otros dos no tardan en llegar junto a ellos.
Emma viene la última. Hace un aterrizaje perfecto con una sonrisa enorme en el rostro. Pasa la vista por todos sus hermanos, pero la detiene finalmente en Ray.
Ella entiende.
Mientras Mamá Isabella contempla el abismo, aquel que pensó sus hijos, su hijo, nunca cruzaría, los niños corren por el bosque hacia la libertad como un solo ser.
Emma no odia demasiadas cosas, pero estar convaleciente es una de ellas. No se arrepiente del acto que la llevó a recibir la herida que la obliga a estar en cama pero eso no hace que las semanas se le hagan interminables.
No está sola, nunca lo está. Don, Gilda y Anna se turnan para hacerle compañía y contarle qué tal van las cosas en el refugio. Yuugo pasa todos los días para saludar, y poco a poco se queda más tiempo a charlar con ella, aunque sigue siendo huraño y quejica, pero siempre se asegura de decirle que todos los niños lo están haciendo bien. Los chicos de Goldy Pound, que ahora supone son parte de la familia, también la visitan, pero de uno en uno, obligados por Gilda desde aquella tarde en que se juntaron demasiados en su cuarto y aquello parecía una fiesta y no el cuarto de una chica herida. Sus hermanos más pequeños vienen a visitarla en pequeños grupos vigilados por los mayores, y aunque Emma adoraría tenerlos con ella todo el tiempo, los obligan a salir pronto porque tiene que descansar.
Son muchos pero también tienen muchas cosas que hacer para sacar el refugio adelante, y aun así se las arreglan para que siempre haya alguien con ella durante el día.
Ray siempre la acompaña por las noches.
El muchacho se queda a hacerle compañía todas las noches, solo falta un par de ellas y es única y exclusivamente porque se pelea a gritos con Yuugo, quien le dice que si quiere aguantar en pie durante el día debería dormir un poco más. Parece ser que está tan o más ocupado que los demás, seguro que casi todos los niños acuden a él en busca de consejo, así que suele llegar después de cenar, así que tienen muy poco tiempo para hablar, ya que Emma siempre se queda dormida muy pronto, cayendo rendida ante los sedantes que la ayudan a sobrellevar el dolor del tirante tejido que cicatriza lentamente. Siempre se queda dormida con Ray sentado en la silla junto a la cabecera de su cama. Al despertar, la silla siempre está ocupada, pero nunca por Ray.

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I just want to hold your hand
RomanceCinco veces que Emma y Ray se tomaron de la mano, y una vez que no lo hicieron. RayEmmaWeek 2021, Day 3: Handholding Manga Spoilers La preciosa ilustración que acompaña a esta historia está hecha por la maravillosa @mermaizing.art y la podéis encont...