ENCUÉNTRAME EN EL HORIZONTE.
Julio, Los Hamptons, 2014.
Mi novio estaba de pie mirando por la ventana tal como aquel día en su habitación cuando el dolor lo consumía por la muerte de su madre. La situación se me hizo tan familiar que decidí actuar de la misma manera y abrazar a Massimo por la espalda, con la diferencia de que esta vez, su mano voló inmediatamente a la mía acariciando el dorso de ella.
—Cuando quieras hablar ¿Podré escucharte? —pregunté en un susurro. No quería presionarlo para hablar, él lo haría cuando se aclarara a sí mismo, pero no me gustaba verlo apagado.
—Serás la primera —dijo volteándose para darme un beso en la frente.
—¿Me acompañas a cocinar? —intenté cambiar de tema —Kathia me preguntó si podría preparar algo de pan.
—Claro.
Massimo besó mis labios y de la mano bajamos las escaleras hasta la cocina. Junté los ingredientes; harina, sal, agua y levadura y comencé a mezclar. Hace mucho tiempo no cortaba mi cabello, por lo que apenas veía nada mientras amasaba la masa del pan y necesitaba urgentemente quitar todo el exceso de cabello de mi rostro.
Por suerte Massimo estaba junto a mi lavando los platos.
—Massimo ¿podrías hacerme una coleta? El cabello me molesta al mirar hacia abajo.
Cerró el grifo del agua, tomó un paño para secar sus manos y me miró con el ceño fruncido
—¿Y de dónde crees tú que yo sé hacer una coleta?
—Vamos no es tan difícil. —extendí mi brazo hacia él —Saca la goma de mi muñeca y ponte detrás de mi.
—Eso me gusta. —Ignoré su comentario —Ahora toma todo el cabello y gira la goma varias veces alrededor.
Tiró de mi cabello varias veces, terminé con varios mechones de pelo menos y una coleta desastrosa.
—Está fatal —susurró y yo reí. Con ese intento de coleta logré terminar de formar la masa y la dejé en el bol para leudar. Lavé mis propias manos y pude por fin arreglar mi cabello. Massimo me observó impactado.
—Es una suerte que tú seas la madre de mi hija, si yo tuviese que peinarla la pobre pasaría vergüenza.
Sonreí. —Es una suerte de que tenga al mejor padre del mundo —dije abrazándole por la cintura.
—Y a la mamá más sexy.
Una carcajada me abandonó. —¿Y por qué eso sería mejor para ella?
—Para ella no lo sé, pero a mi me encanta —me alzó y me sentó en el mesón. Pasé las manos por su cuello sonrojada y él me rodeó con sus brazos para luego darme un suave beso en los labios.
ESTÁS LEYENDO
Un beso con sabor a durazno [Vittale #2]
Roman d'amourJusto en el momento en que Caelia conoció a su mejor amigo, el hermano de su mejor amiga, se enamoró perdidamente de él. Se enamoró de sus ojos azules, de la mata de rizos castaños y de todo lo que tuviese que ver con Massimo Vittale. Siempre imagin...