❝ xxxvi ❞

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—¡Kihyun! —Soojin gritó apenas vio al chico—. ¡Págame!

—¿Por qué? —este arqueó una ceja.

Rodé los ojos mientras resoplaba, Soojin era mi mejor amiga y la quería mucho, pero había ocasiones (como esta) en las que me daban ganas de golpear su bonita cara, porque no podía entender como cabía tanta tontería en esa cabeza pequeña y casi perfecta.

—Ustedes son horribles —reproché.

—¿Esto tiene que ver con nuestra apuesta? —preguntó Kihyun y mi amiga asintió—. ¡Ah! Haeun, debiste tardar más, tres semanas más y ganaba yo.

De su bolsillo sacó unos cuantos billetes y de mala gana se los entregó a Soojin, quien se regodeó en su suerte, o eso hacía hasta que le arrebaté la mitad del dinero.

—¡Oye! —protestó.

—Ni me digas nada —advertí, guardando el dinero en mi mochila—. Ustedes apostaron sobre mí, así que me toca parte del dinero.

Mi amiga rodó los ojos, mas no discutió. Kihyun sólo nos miraba con una sonrisa divertida, ambos eran un par de estúpidos que habían apostado sobre cuánto tiempo tomaría en darme cuenta de mis sentimientos por Hyunwoo. No podía dejar de lamentar el día en que esos dos se conocieron, aunque también lo agradecía pues Kihyun era buena compañía para Soojin, gracias a él ya llevaba varios días sin sufrir por algún patán. Soojin era demasiado despistada e ingenua por lo que constantemente necesitaba de alguien que le pusiera los pies sobre la tierra pues ella no sabía reconocer cuando alguien se acercaba con malas intenciones.

Me despedí de ambos para seguir mi camino. En mi mente sólo había un objetivo y ese era encontrar a Hyunwoo en cuanto antes. El día anterior cuando lo confronté, me fui corriendo a casa de mis padres a preparar todo para mi confesión, y ahora sólo me quedaba esperar que él no siguiera evitándome.

Avancé a paso alegre, ese día no existía fuerza humana o divina que pudiera arruinar mi buen humor. Todavía no estaba segura de en que momento dejé de querer a Hoseok ni mucho menos desde cuando florecieron mis sentimientos por Son, pero estaba segura de ellos.

A lo lejos pude divisarlo, caminaba con su mochila, por la hora seguramente iba hacia su entrenamiento. Me ponía feliz porque seguía esforzándose para las competencias venideras sin que yo tuviera que recordárselo.

—¡Son Hyunwoo! —grité—. ¡Alto ahí!

Él se sobresaltó por el primer grito, lo había tomado por sorpresa, pero cuando se dio cuenta que se trataba de mí, sonrió. Al menos ya podía estar segura que su actitud del día anterior ya no debía preocuparme.

—Hola —dijo con timidez una vez que estuvimos frente a frente.

—Hola —de repente toda la valentía me abandonó. Me tembló el corazón y el nerviosismo me asaltó.

Ninguno de los dos pudo decir nada más, el ambiente era incómodo cuando antes nunca fue de esa manera. Después de todo lo que habíamos pasado, él no sabía como comportarse y que estuviera tan tímido me asustaba. Y al final terminábamos de ese modo, sin poder hablar.

—Te hice esto —me atreví a hablar.

Llevábamos un rato sin decirnos nada, sentía que en cualquier momento me volvería loca si pasábamos más tiempo en ese silencio tenso. De mi mochila saqué la bonita caja con los brownies de chocomenta. Los mismos que preparé para Hoseok pero que terminó comiendo Hyunwoo. Ahora los había hecho para él, como debió de ser desde un principio.

Sonrió, ese simple gesto me dio fuerzas para dejar la vergüenza de lado y seguir hablando.

—Pero si los aceptas, también tendrás que aceptarme a mí.

Parpadeó, su expresión primero fue de sorpresa mas casi enseguida se hizo alegre. No me dio tiempo de seguir hablando porque él prácticamente me estaba arrebatando la caja de las manos y me abrazaba.

—¡Dios, Haeun! Que cursi eres —rió, sin ninguna intención de romper nuestro abrazo.

—Callate o me voy —amanecé, correspondiendo el abrazo.

Chocolate!! || Son Hyunwoo, Lee HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora