ANHELANDO UN LUGAR PARA LOS DOS 14

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Salió al jardín, la decisión que había tomado era la más dura de su vida. Ahora comprendía más a Miranda, definitivamente algo había cambiado en él.

Se necesitaba más amor para dejar ir a alguien que para retenerlo a su lado.

Tembló, no concibia la vida sin Helene a su lado.

Suspiró profundamente, sentía que su corazón se detendría en cualquier momento.

- Debo hacer algo, si no la perderé- tembló y cerró los ojos al sentir una pequeña mano en su espalda.

Volvió a mirar, al ver que era Miranda con su dulce sonrisa se estremeció.

- Perdona mi insensibilidad - la reparó, se veía preciosa con su vestido azul pálido de verano, su cabello largo y castaño que caía como cascada por su delgada espalda y sus dulces ojos mirándolo como solía hacerlo.

- ¿ Porque?- Inquirió son dejar de sonreír.

- Por luchar tras un ideal, y tú allí. Luchando a mi lado, no me detuve un instante a ver cuánto sufrimiento guardas en tu corazón, no me detuve a pensar en ti- Miranda escondió su lloroso rostro, Leighton tomó su mentón con la punta de sus dedos para elevar su rostro.

- No tienes porqué sentirte mal, nadie manda en su corazón. Me enamoré de ti por tu ternura, a pesar de parecer un oso con ese montón de pelo yo se que eres un hombre muy tierno, sensible amable y podría seguir toda la noche resaltando tus atributos- Leighton acarició la mejilla de Miranda quien cerró sus ojos.

- Eres tan hermosa- Miranda tembló, suspirando entrecortado.

- Oh Leighton- susurro.

Bajo su rostro y lo abrazo como si fue su despedida.

- Lamento no poder tener tu corazón- sonrío apartándose de el- pero creeme, seré inmensamente feliz al ver que tú lo eres.

Leighton negó, sabía que el ver a quién amas con otra persona no te trae felicidad, al contrario. Solo te trae pena y dolor.

- No sientas tristeza por mí- dijo limpiando sus lágrimas, siempre estaré allí para apoyarte en todo.

Dijo antes de correr de vuelta a la ahora oscura mansión.

Leighton elevó su mirada al cielo estrellado, deseando poder bajar todas y cada una de esas hermosas estrellas y colocarlas a los pies de su amada Helene.

Los primeros rayos del sol ingresaron por la ventana, se removió en su cama.

- Levántese mi lady- dijo Cinthia ingresando con el desayuno de su lady.

- No me molestes, déjame dormir un rato más- dijo envolviéndose con su manta.

- A caso no ha visto el día precioso que hace fuera, y mire! . ¿ Que es esto?- Inquirió al ver una enorme caja sobre los muebles de la recamara.

Helene siguió bajo sus cobijas, no le interesaba nada.

- No quiero saber nada, no me interesa que es- dijo con voz ñata.

- Es un vestido de montar!- dijo fascinada por el precioso vestido color vino.

- ¿¡ Cómo !?, Un vestido de montar, ¿ quien lo ha dejado?, Padre nunca me ha dejado tener uno-  Inquirió saliendo de debajo de las cobijas,  Cinthia miro dentro de la caja, había una nota.

- Leala- dijo entregándole la nota- sonrío, nunca había tenido un vestido de montar, su padre decía que las damas debían montar a la inglesa, no como hombres.

Abre tus alas y emprende tu vuelo, sonríe disfruta y sueña, a mi lado puedes lograrlo. Un paseo por el camino real sería el ideal para montar.

Sonrío, miro el reverso de la noto dónde solo encontró las iniciales A,G.

- ¿¡ Grosvenor!?- Inquirió frunciendo el ceño.

- Mi lady, usted es capaz de ponerse esto?- Inquirió elevando un pantalón color vino.

Feliz asintio.

- Si, siempre he deseado uno, padre siempre se negó a qué los usará, decía que no debía poner en riesgo mi honor- sonrió, por una extraña razón le había gustado el regalo que Leighton le había dado.

Sin más demora se limpió y cambio, sonrojada miro su cuerpo en el espejo de cuerpo completo.

- Oh Dios!- exclamó- ahora comprendo por qué padre siempre se negó a cumplir mi Capricho, sus curvas se mostraban demasiado, su cintura estrecha y amplías caderas se dibujaban a la perfección.

Sonrió, la adrenalina corría por sus venas.

- Voy a montar, si padre pregunta por mi le dices que estoy en el invernadero - Cinthia asintio.

- No se preocupe, ya sabe que falta mucho para que los invitados comiencen a levantarse.

Sonriente tomo un sombrero que venía con el vestido, colocándoselo salió para ir a los establos y pedir a su yegua.

El mozo de cuadra mantenía su mirada baja, no sé atrevía a mirarla.

- Gracias Pedro- dijo una vez estuvo sobre la yegua.

- De nada mi lady- Helene sonrió al darse cuenta de la incomodidad de Pedro.

Azuzo la yegua para dirigirse al camino real, cabalgó, sintiendose libre.  Observaba las aves volando de árbol en árbol y saltando de rama en rama.

Se detuvo al estar en la entrada del camino real, bordeado por árboles que en vez de hojas tenían millones y millones de florecitas amarillas, las cuales colgaban en racimos y las que habían caído cubrían el suelo, formando una espesa alfombra amarilla.

Sonrió, de niña visitaba aquel camino con su padre y hermano, pero tenía años que no iba alli. No recordaba a verlo visto con aquel precioso esplendor. No recordaba que fuera tan bonito.

Al final del camino diviso que había alguien sobre un caballo.

Tocó su pecho al sentir que su corazón se aceleraba.

-¿ Que me sucede?- sintió como su corazón quería salir por su boca.

Azuzo su yegua para llegar hasta Leigthon.

- Mi lady, buen día- Helene asintio.

- Buen día, como ha encontrado este lugar?- Leigthon se encogió de hombros.

- Cuando uno tiene mucho que pensar sale a dar paseos para despejar su mente, lo descubrí por accidente.

- Tenía muchos años que no venía aquí - miro los árboles de flores amarillas.

- Espero haberle dado una buena sorpresa - Helene sonrió.

- Si - dijo elevando una rubia ceja mientras sonreía.

- Me alegra - Leighton azuzo su caballo para comenzar un recorrido por el largo pasillo de flores amarillas.

- Me encantaba venir aquí - miraba todo con nostalgia - en este pasillo fue tan feliz de niña, teníamos la costumbre de hacer picnic, con... Se quedó mirando a lo lejos como recordabdo algo o a alguien. Leighton la miró y sonrió. Sabía de sobra a quien nombraria.

- ¿ Cómo ése?- Helene miro hacia el final del pasillo, encontrando tendido sobre la amarilla alfombra formada por los pétalos de las flores un mantel de cuadros rojos, en este había una cesta, y sobre el mantel había queso, Jeréz , pan pie de manzana y otras cosas más.

- Espero sea de su agrado- Helene asintió emocionada al sentir como su pecho se hinchaba de emoción, una emoción que sentía perdida desde hacía años, una emoción que Leighton le había hecho sentir después de mucho tiempo. Después que su Light, se marchara para siempre.

EL ANHELO DE UN LORD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora