Complementos [Hunter x Hunter]

13: Impulsos de Gon

Todo lo que tenía que ver con el amor se había vuelto una interminable guerra. Kurapika la tomaba, Killua se la llevaba, Kurapika la traía, Killua se quedaba con ella. La situación en el departamento ya era algo notable por casi todos los miembros menos por Gen quien seguía pensando que sus amigos hacían tales locuras por estar aburridos. Claro que la azabache se veía atraída hacia ellos más de una vez, pero tan sólo pensar en aquello la avergonzaba.

-Hey, Gen. ¿Quieres ir a tomar helado hoy?- Kurapika fulminó con la mirada al albino el cual había tomado la delantera. Ni Leorio ni Gon se daban cuenta de tales actos pues eran más despistados que la misma Gen Araki.

-De hecho... saldré con Gon- observó a su amigo con admiración abrazándolo por el hombro. -Tenemos cosas que hacer. ¡Luego volvemos!

-¡Sí, chicos! ¡Más tarde los veo!

Era algo extraño. Ver a Gon separado de Killua de por sí era de lo más raro del mundo, pero mucho más lo era el hecho de que el peli-negro/verde se la haya "robado" primero sin decir nada ni levantar sospechas. Los chicos comenzaban a sospechar de aquel pequeño.

-Ugh... Gon no haría algo como eso- susurró Killua para sí mismo. Mientras tanto, Kurapika sólo pensaba en la situación. Gen, la muerte de Uvogin, su venganza, la araña: en cualquier momento la situación podía explotar y él estaba caminando por la vida tan despreocupado como un niño normal. El ver a la chica le había afectado demasiado, al punto de que se olvidaba de sus propias responsabilidades. 

* * *

Gen

-¿Qué dices, Gon?- tomé una gran sudadera negra con algunos garabatos blancos. Justamente, el estilo de Killua.

-¡A Killua le encantará! De Leorio no hay dudas... se volverá loco con los libros de Medicina Latinoamericana- opinó, jugando con el moño de la bolsa ya comprada. -Kurapika es un regalo complicado. ¡Realmente no se me ocurre nada! Digamos... creo que soy bastante fácil, ¿No? ¡La comida que me regalaste estaba riquísima!

-Me alegro, Gon- sonreí con simpatía caminando al lado de mi amigo. -Uhm... Creo que tengo un regalo perfecto para Kurapika. Tú solo espérame aquí, a lo mejor tardaré dos minutos.

Había tardado en pensarlo, pero luego de mucho tiempo por fin había llegado a una conclusión. A Kurapika no le importaban para nada las cosas materiales. Algún que otro accesorio o cristal con un significado especial bastaría, pero había decidido ir más allá. Había visto un gran cristal gris azulado, justo como los ojos del rubio. Haría una manualidad que sirviera como amuleto y a la vez, combinara con uno de mis anillos.

-¡Gon, ya salí!- con algunas bolsas colgando de mis muñecas, corrí emocionada hacia el punto de encuentro. No había nadie más que una anciana observando ropa algo pasada de moda a mi parecer. -¿Gon? ¿¡Gon!?

-¡Gen!- un fuerte susurro me espantó por mis espaldas. Gon tomaba mi hombro, tensionado. -Baja la voz, por favor.

-¿Qué sucede?- pregunté, confundida.

-Mira para allá- rápidamente mi mirada se dirigió hacia el noreste. Dos miembros del Ryodan los cuales me habían sido mostrados hace un tiempo caminaban por las calles con suma inocencia. Reconocía sus rostros de ciertas fotos, sin embargo no sabía sus nombres. Mi boca se abrió como una "O". -Son del Ryodan. Son peligrosos.

-M-Me lo imagino- tartamudeé al sentir más fuerza proveniente de la mano de Gon. Rápidamente la tomé para acariciarla y así tranquilizarlo. -¿Sabes quiénes son?

-El enano... ese es Feitan. También está Machi, hay otra... su nombre... no lo recuerdo. Jugué una pulseada con ella, le gané a duras penas.

-Mierda... son tres. Bien. Vayamos a avisarle a Kurapika y....