✞ Un regalo

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Elizabeth: cariño debes calmarte

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Elizabeth: cariño debes calmarte...respira y dime más a detalle qué pasó?

Sarah: y-yo...había salido a escondidas con mi novio en la noche y regresé muy tarde en la madrugada...cuando llegue a casa sólo fui a dormir y en la mañana cuando bajé a la cocina...

Elizabeth: que...?

Sarah: l-lo vi...mi padre estaba ahí...sin vida...cubierto de sangre...!

Elizabeth: oye, tranquila...-comencé a acariciarle la espalda para calmarla- por qué no llamaste a la policía?

Sarah: n-no lo se, mi cabeza anda a mil por hora y tengo miedo, es horrible! Aquella escena es espantosa! Grité por las calles pero nadie me escuchó...!

Elizabeth: fuiste a la policía? -volví a insistir-

Sarah: que si! Pero me tomaron por loca...

Elizabeth: si llegas gritando claramente te tomarán por loca...

Sarah: yo...

Elizabeth: escucha, yo iré contigo, veré lo qué pasó con tu padre e iremos juntas a comisaría, de acuerdo? -le sonreí para alentarla-

Sarah: está bien.

La tomé de las manos y cuando me dispuse a caminar, Rebekah me jaló del brazo y me miró con seriedad.

Rebekah: Lizzie no es buena idea que vayas allí...

Elizabeth: Rebekah fuiste...

Rebekah: no...pero creo saber quien fue y te recomiendo no ir...-insistió con algo de nerviosismo-

Elizabeth: estaré bien, si? Dile a Elijah que llegaré en la tarde. Y por favor, no me sigas, en un rato te encontraré en casa, resolveré esto con mi amiga. -le di un beso rápido en la mejilla a Bekah y jalé del brazo a Sarah-

Rebekah: ash, demonios! Maldito seas, Niklaus...

Rebekah caminó hacia un callejón y salió a una calle poco concurrida. Ya estando allí, con su rapidez sobrenatural, cruzó todas las aceras en una dirección desconocida.

Varios minutos después...

Por fin llegué a la casa de Sarah, la única amiga que tenía en aquella ciudad, y el único rayo de luz que existía en esos días tristes de lluvia y tormenta.

Nos detuvimos frente a la puerta principal. Ella sacó su llave de un bolsillo y la metió en la cerradura. Vi como su mano temblaba, así que puse la mía sobre la suya y la ayudé a abrir.

Al entrar nada parecía fuera de lo normal. Sarah notó mi expresión confundida y me señaló la sala.

De inmediato apresuré mi paso, pero ese fue un grave error...

Al ver aquella escena, en seguida sentí ganas de vomitar.

La sala estaba cubierta de sangre, literalmente.

∘∘∘✾POR SIEMPRE Y PARA SIEMPRE CON LOS MIKAELSON✾∘∘∘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora