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Y ahí estaba yo, perdiéndome una vez más en el laberinto de sus ojos, desvelándome minuto a minuto en algo que no era mío pero que con tantas fuerzas añoré. Esa mirada era la que no quería borrar de mi mente jamás, esa mirada era la única que lograba subirme al cielo para de un solo parpadeo volverme a bajar, estaba jodidamente loca porque esa silueta, ese hombre (Él) me hacía recuperar la vida que yo perdía cada vez que respiraba. 

Yo no creía en cosas referentes al amor, mis amistades siempre me distinguieron por ser una mujer muy amargada y fría, indiferente al romance, más fuera de contexto. Soy el tipo de mujer que huye de un hombre más no se deja atrapar de sus "encantos", así me lo propuse... pero en la vida siempre llegan excepciones y así llegan los amores a derrumbar lo que uno tiene a su paso, a echarlo a perder todo, a desordenar tu cabeza y finalmente tu corazón.

Eso, justamente es el amor, un desorden de sentimientos, de dudas, de preguntas sin responder, de pequeñas ironías que te proporcionan felicidad pero que también traen consigo un precio, que no es del todo bueno, sino caro.

Yo no creo en las personas, pero sí en el amor, creo en el amor que los humanos brindamos, porque este estado nos transforma y juega con nuestros cerebros, nos volvemos otro yo, para amar al otro con poca cordura y poca conciencia. 

Hoy sonrío, mañana no. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora