única parte

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Había comenzado a volar sin rumbo fijo, cuando pequeñas gotas de agua empezaron a caer, se volvieron rápidamente en grandes gotas que lo bombarderon afectando su vuelo, trató de caer lo más delicadamente en un techo y refugiarse en el canal, sin darse cuenta de que ya estaba ocupado por una bandada de palomas quienes trataron de picotearlo haciendo que caiga; confundido trató de pasar a una casa en busca de refugio, pero un cristal le impidió el paso a quél lugar; como última opción decidió volar cuidadosamente a un árbol cercano, que le daba inicio al monte y a toda su vegetación, el pobre gorrión atónito con su belleza empezó a ir de rama en rama admirando lo que lo rodeaba pero alguien más tenía la vista fija en él, retrocediendo unos pasos para agarrar impulso y en menos de un momento tener al pequeño gorrión entre sus garras.

- ¡Te tengo!- rugió victorioso.

-¡No, por favor señor...- dejo al aire sus palabras sin saber de qué especie se trataba

- dejo al aire sus palabras sin saber de qué especie se trataba

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-... Umba o Tayra como prefieras - completó el ágil animal

-¡No por favor señor umba, no me coma!- rogó el avecilla temiendo por su vida

- ahg, que asco, no iba a comerte - asqueado el temido animal se alejó y entre agradecido y temido el plumífero suspiró

- sin embargo, ¿Como no me conoces? Suficiente ha hablado esa rana como para no reconocerme - siguió el umba rencoroso

-¿rana? No conosco ninguna rana señor, yo no soy de por aquí-

- mmm ¿Y de dónde eres entonces?- pregunta con la curiosidad brillando en sus ojos

- de una casa, por allí- responde el gorrión señalando con su ala hacia el pueblo

-¡¿Con los humanos?!- exclama ilarante el Tayra

-ehh, sí - responde dudoso el avecilla

- escuchame bien pequeño, en el mundo hay dos tipos de gente, buena y mala debes aprender a diferenciar entre las dos, mientras tanto no debes confiar en cualquiera que te sonríe o te habla bonito - replicó en tono lúgubre el alargado animal causando un escalofrío en el plumífero azul

- entonces tú que al parecer conoces este monte como la palma de tu pata, guiamé a un lugar seguro - demandó el gorrión

- esta bien pero primero tengo algo que hacer, sígueme...- gruñó dándose media vuelta avanzando entre los árboles; el gorrión lo siguió y rápidamente y sin pedir permiso se subió al lomo del umba sin rechistar.

No sé cuánto tiempo caminaron pero para el avecilla fue una eternidad, los árboles cada vez más frondosos tapaban los rayos del sol, pero de pronto llegaron a un gran estanque de agua verde cubierto de menúfares.

- ¡rana!- grito el umba ferozmente

- ¡rana!-

- ¡rana!- un último grito y de agua salió con la cabeza gacha una pequeña ranita verde

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