Un enredo tras otro.
Sacarme a Owen de la cabeza cada día se estaba haciendo más difícil, y para colmo no podía creer que empezase a trabajar en la escuela. Ya eran las siete y cuarto de la mañana y no podía permitirme llegar tarde de nuevo así que organicé bien mi horario y rápido terminé mi desayuno.
Tenía que preguntar quién se había encargado de anotar a los que participaron en el desfile, tenía que suplicarle o más bien llegar a un acuerdo con esa persona para no aparecer en esa lista sino mi mamá me mataría.
Otro enredo más en mi vida.
—Jaiz ven acá, pero ven rápido —Iba llegando a la escuela por la acera contraria.
—¿Que pasa Dash, que apuro es ese? —me preguntó.
—¿Jaiz tú sabes quién tomó la asistencia ayer en el desfile?, ¿por qué tu participaste verdad? —le pregunté algo ansiosa.
—Claro yo participé, quien tomó la asistencia fue Leiza.
—¿Cómo? —grité.
Ahora sí mi vida había terminado, me tenía que rebajar o hacer tratos con Leiza ¡No, no puede ser!.
—Si Dash, fue Leiza ¿que pasó con eso?, por cierto ¿por qué faltaste al desfile?. Sabes que la directora no permite una falta en estos actos, ya sé que en todos los cursos inventas algo pero está vez solo faltaste y ya, no vi ninguna excusa.
—Tienes razón esta vez se me olvidó la maldita excusa para faltar, por eso necesito la ayuda de Leiza para que me borre de esa lista —me enrrosque la coleta con los dedos, ya estaba más nerviosa que antes—. Pero dudo infinitamente que lo haga, esta chica me odia y estoy más que segura que no quitará mi nombre sino que lo pondrá tres veces más, así que necesito hoy más que nunca tu ayuda ¡Jaiz por favor ayúdame!.
—Emmm que te puedo decir, no creo que Leiza me haga mucho caso a mi, como tú misma dices, le caes muy mal.
—Jaiz por favor, pero tú eres su amiga, puedes inventar algo —le implore.
—No se Dash inventa algo tú, de todas formas has faltado y faltas porque quieres y no creo que está vez yo te pueda ayudar —soltó cortante.
Jaiz había cambiado mucho, sinceramente ya no era la chica que consideré mi mejor amiga desde séptimo grado, se estaba distanciando un poco de mi, creo que la influencia de Leiza en su vida la estaba cambiando un poco de opinión respecto a nuestra amistad. Así que simplemente me quedé callada y no le respondí nada.
Ya casi iban a ser las ocho y luego del matutino ya entrábamos al aula, en el primer turno la directora pasaría por las aulas a revisar la lista de los faltantes y ponerle un alta a los que habían faltado sin ninguna escusa como yo. Tenía que hacer algo antes que fuesen las ocho, me debía apurar mucho, debía trazar un plan en solo minutos, pero joder aún no sabía ni porque Leiza lloraba, no sabía nada sobre su vida para poder ofrecerle algo verdaderamente importante para ella y no me anotara en aquella maldita lista. Debía recurrir de nuevo a Jaiz, esta era la única que me podía dar información, debía insistir no me quedaba de otra.
—¿En que tanto piensas Dash?, discúlpame, pero eso es lo que pienso y esta vez no se me ocurre como ayudarte —dijo hipócritamente al ver mi cara de desesperación.
—Bueno olvida eso, conversemos un poco antes de entrar a la escuela —intenté cambiar el tema para poder sacarle alguna información de que le había sucedido a Leiza aquel día—. Bueno y ya hablando de todo un poco y de Leiza también, nunca me contaste porque fue que aquella vez estaba llorando.
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Otra cicatriz ©
RomanceMuchos intentaron leerla, pero quizás pocos la lograron entender.