«Dia ajetreado»

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‹capitulo editado›

"Evitando el pasado."

Ha pasado mucho tiempo desde que la manada se disolvió.

Cuando quiero alejarme de la realidad, solo me pongo a recordar esos tiempos, aunque no es como si extrañara todo es. Solo siento algo de nostalgia. Mi vida solía ser tan ruidosa y sorprendente; ahora hay un largo, solitario y aburrido silencio.

Bueno, no fue tan solitario.

La única persona que ha estado para mi, además de mi madre, es la misma por la que empezó todo. Nicolas, aquel chico que vi asesinando en el bosque, ese mismo chico del que desconfíe y resultó ser quien me intentaba ayudar desde las sombras.

Si le quitáramos el hecho de ser noveno, resultó ser muy buena persona. Me ha acompañado desde que todo terminó; estuvo conmigo cuando entré a la universidad, al mudarme de ciudad, al empezar mi trabajo en la cafetería, en mis días buenos y malos.

Él estuvo ahí. Se quedó. Decidió quedarse. Y no hay palabras para explicar lo agradecida que estoy con él.

9:50 p.m

Aún faltan 10 minutos para que cierre la cafetería, y estoy exhausta.

Vamos, me despierto a las 5 de la mañana, debo estar lista para antes de las 6. El camino a mi trabajo es de casi 1 hora; intento llegar a las 7:50. Cierro el local a las 10 de la noche. Termino de limpiar todo a las 11:30, aproximadamente. Llego a casa a la 1 de la mañana; me duermo y espero que amanezca para volver a hacer todo de nuevo.

Es una gran rutina, lo sé.

Tengo descanso los miércoles. Desafortunadamente hoy es sábado, lo que significa que hubo demasiada gente.

Escuché las campanillas que suenan al abrir la puerta del local. Genial, un cliente justo antes de cerrar, que maravilla.

Ni siquiera me molesté en poner una buena cara, estaba cansada.

—Buenas noches, me gustaría ordenar una chica amargada para llevar. ¡Ah, si! justo como la cajera —soltó aquella voz que podía reconocer a kilómetros.

—No estoy de humor para bromas, Nicki. —Y no mentía, ahora mismo me vendría bien agarrar un bate e ir a golpear al primer imbécil que se interponga en mi camino.

Oh! que coincidencia,  justo llegó Nicolas. El universo nos sonríe.

—¿Así suelen tratar a sus clientes? —respondió con un falso tono ofendido— ¡Que mal servicio! Exijo hablar con la persona a cargo.

—Oh, claro, permítame —me di la vuelta para quitarme la gorra del uniforme, volví a girarme y cambié el tono de mi voz—. Disculpe las molestias, nuestra cajera ha tenido una semana terrible. Si no le molesta, puede irse por donde entró, gracias —agregue una sonrisa tan real como la reunión de One Direction.

—Vaya, con ese discurso tan motivador cualquiera se iría —dijo con un tono de diversión.

—La historia de mi vida.

—Vamos, cambia esa cara. No me gusta verte decaída, ¿sabes lo complicado que es ser el payaso? Ni siquiera me pagas.

—Nadie te está pidiendo que lo seas, Nicolas —le dí la espalda, algo irritada por su respuesta.

Caminé hacia la puerta y coloqué el cartel de "Cerrado"; volví a acercarme a la caja para buscar las llaves del cuarto de baño y así empezar a limpiar.

Escuché unos pasos detrás mío, claramente era Nicolas, ni siquiera me esforcé en voltear.

—Padme, ¿pasó algo? —preguntó algo preocupado.

«𝚂𝚞 𝚙𝚛𝚎𝚜𝚊» •|NιᥴoᥣᥲsxPᥲdmᥱ-Fαɴғιc|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora