Nani a estado muy distante estos últimos días y su estado de salud solo empeoraba, las visitas estaban cada vez más restringidas así que sólo la había visto tres veces en la últimas dos semanas y eso me frustraba.
Hoy era sábado y por fin podría visitarla, pero aún así estaba muy nerviosa, no quería alterarla ya que los médicos Me habían informado que últimamente estaba muy mal, pero enserio necesitaba saber quien era ese hombre que la había visitado semanas atrás y al parecer la única manera era preguntarle.
Dejé la idea de lado al entrar a su cuarto y ver su pálida piel y sus ojos cerrados, al parecer los doctores no habían exagerado en nada de verdad estaba muy mal, por lo cual decidí no la desperté, debería de estar muy cansada, así que me quede alrededor de una hora mirándola. Hasta qué una llamada interrumpió mi concentración.
-¿Hola? -contesté.
- Oh! que alegría escuchar tu voz hermosa Danielle- dijo una voz masculina al otro lado de la línea.
-¿Disculpa?- espeté un poco confundida.
- No tiene sentido decirte quien soy - se escucho una risa ronca- sin embargo mis intenciones no son secretas.
¿Quee? Esto debe ser una broma de muy mal gusto, ya me estaba enfadando tener una conversación en desventaja ya que el sujeto al otro lado de la línea sabía quien era y yo no, pero esto era coqueteo sin filtro y no estaba dispuesta a continuar con esta payasada.
- ¿Disculpa? - dije de nuevo.
- ¿Te quedaste sin palabra linda?- anunció con voz sarcástica - al parecer no eres una chica lista después de todo.
Esto ya era el colmo.
-Pues esta chica no está para bromas así que si me disculpas tengo muchas cosas más interesantes que hacer que hablar con un tonto que se cree superior - dije dando por terminada la conversación, pero antes de colgar se escucho un suspiro.
- Perdón, perdón ¿ vale?- dijo en tono desesperado- escúchame te lo suplico.
No se sí fue el efecto de la soledad que había vivido las últimas semanas o la aterradora tristeza que sentía por saber que en cualquier momento la única persona que tenía en el mundo podría morir, pero lo deje continuar.
- Esta bien, te escucho.
- Quiero que te encuentres conmigo- anunció muy seriamente.
Una risotada salió de mi interior, no podía creer que esto en verdad estaba pasando.
-Adiós - fue lo último que dije antes de colgar.
Tratando de despejar mi mente, de lo que me agobiaba recosté mi cabeza en el sillón de la habitación, pero el silencio arrullador y el cansancio acumulado de los últimos días surgió su efecto en mi.
***
Unos pitidos irritantes no era la manera más agradable de despertar, así que abrí mis ojos irritados tratando de localizar el lugar del que provenía el irritante ruido.
Mi expresión se transformó cuando localicé el lugar que emitía el ruido, inmediatamente mis sentidos se pusieron alerta y mi respiración se agitó, mis pues automáticamente me llevaron al pasillo y mi garganta empezó a emitir gritos ensordecedora menté brutales, mientas mis ojos derramaban lágrimas incontrolablemente.
Por primera vez en mi vida había estado tan cerca de un colapso nervioso, me odiaba por ser tan envidiosa y preocuparme de lo que sería mi vida si..., en vez de preocuparme de lo duro que es para ella, de lo mal que lo esta pasando, me preocupa quedarme sola, y no lo puedo enfrentar, simplemente soy lo suficientemente envidiosa para querer que ella se quede conmigo.
Mi teléfono sonó
Danielle:
Disculpa mi atrevimiento de antes, sinceramente no se como acercarme a ti, es necesario que nos veamos, por favor no temas el reencuentro con un viejo amigo.
Theodeor lane.Oh Dios mío, era una estúpida por no haberlo recordado antes, el era una persona inolvidable sin embargo mi niebla mental, no podía creer que hubiera cambiado tanto.
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Querida Danielle. ©
RomanceDanielle es una joven de 19 años huérfana, la cual ha vivido con su tía sin saber nada de sus padres ni del resto de su familia. Cuando su tía entra en estado de coma ella recibe un gran testamento millonario y una carta en la cual su tia le cuenta...