Escape, refugio y confesiones

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(POV KUROKO)

Sentía el corazón amenazando con salirse de mi pecho, mientras la adrenalina que corría por mis venas se disparaba en cada esquina que doblábamos. El ruido de varias voces enojadas llegaba a mis oídos a través de las ventanas abiertas, recordándome lo que estaba sucediendo en el exterior. Lejos de usar el ascensor, corríamos por las escaleras de emergencia intentando llegar al estacionamiento, o al menos eso creía.

Salté los últimos escalones que me separaban del primer piso, en un intento por disminuir la distancia más deprisa. Escuché una nueva exclamación enfadada desde la entrada; alentándome acelerar el paso. Me abalancé hacia las últimas gradas que me llevarían hasta el estacionamiento, pero la mano de mi rescatador se cerró alrededor de mi brazo, deteniéndome para tomar otro camino.

Salimos por la puerta de incendios, ubicada en la parte trasera. Al otro lado de las rejas, se encontraban dos vehículos estacionados. Un Sedán negro, que a simple vista se reconocía como uno de los tantos coches que Akashi debía a tener a su disposición. Y algunos metros más atrás, una motocicleta negra con detalles purpúreos, de suficiente altura como para aplastarme si llegaba a caerme encima.

Me quedé congelado en el lugar, admirando el imponente vehículo de dos ruedas.

—Es una Yamaha R1 último modelo, una deportiva —explicó mi rescatista con orgullo, siguiendo mi mirada.

Repetí en mi fuero interno la última palabra, recordando las pocas carreras de motocicletas que había visto por televisión, en las cuales los pilotos salían despedidos por el aire. Se me secó la boca de solo imaginarme en el lugar de ellos.

—Vamos, Kuroko san, por aquí —me instó Eita, reanudando el avance.

El conductor del coche, bajó para darnos el alcance tan pronto lo alcanzamos. Me sentía como un prisionero al tener que observarlo a través de las rejas.

—Aún no han traído la llave de la puerta trasera —nos informó, señalando con la mirada el candado que bloqueaba nuestro camino.

—Treparemos —Eita alzó la víscera de su casco, dejando ver su expresión de niño travieso y entusiasmado.

Lanzó ambas maletas por encima de las rejas sin mucho esfuerzo, cayendo una encima de otra a un lado del conductor. Una vez libre de la carga, extendió sus brazos hacia mí, dispuesto ayudarme a enfrentar la altura de los barrotes. Dudé por un momento, viendo la caída que me esperaba del otro lado, hasta que una nueva exclamación llegó a mis oídos, familiar y aterrorizante; la voz de Haruo.

Asenté el pie en las manos del pelinegro, dejando que me impulsara hasta que conseguí sujetarme y fui capaz trepar el trecho faltante con movimientos torpes. Eita en cambio, escaló con una agilidad que delataba su experiencia. Esperaba que esa habilidad, no fuera el resultado de escaparse continuamente de clases como Aomine.

—Han bloqueado la calle frente al edificio para que los vehículos no puedan pasar.

El hombre parecía inquieto mientras nos dejábamos caer a su lado, igual que un par de fugitivos buscando la libertad. Estuve a punto de tropezar hacia atrás, cuando mis pies se enredaron al pisar el suelo. La mano de Eita fue más rápida, deteniendo mi caída al apoyarse en mi espalda.

—Entonces cambiaremos el plan como dijo Aomine san —explicó Eita—. Llevaré a Kuroko san en la moto, será más fácil esquivar su bloqueo o escapar de ellos si llega a darse el caso. ¿Crees que puedas distraerlos un momento?

El conductor asintió al instante, enderezando su postura.

—Akashi sama nos preparó para todo tipo de inconvenientes, ese plan estaba dentro de las múltiples soluciones que nos hizo aprender.

Shadow (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora