—Pero… un policía no puede pegar a nadie. No puede… y ¿por qué te pegaron? ¿Qué hiciste? – y Namjoon soltó una risita histriónica, sin gracia ninguna.
—No hice absolutamente nada. Simplemente soy judío. – fruncí el ceño, sintiendo un subidón de rabia e indignación por semejante injusticia. Sabía de primera mano los derechos y libertados del ciudadano escritos en la Constitución y también gran parte del manual de un abogado por el trabajo de mamá. ¡Eso era un abuso de poder y autoridad puro!
—¡Pero eso va contra la ley, un policía no puede hacer eso! ¡Cabronazos!
—¡Sí, eso pensé yo! Pero lo hicieron y uno de ellos no solos se conformó con eso. Te voy a enseñar algo. – Namjoon se levantó de la roca y su sombra me cubrió a mí y a Ddosun. Se agarró la cinturilla del bañador y empezó a bajárselo. Mi primera reacción fue ruborizarme.
—Eh… Namjoon… ¿qué haces? – pero él solo sonreía. Se bajó la parte izquierda del bañador hasta el comienzo del muslo y en su piel bronceada, casi en la nalga izquierda, pude ver una cicatriz rosa bastante horrible. Una estrella de David la formaba, no muy bien hecha, pero se distinguía con facilidad.
—Uno de los policías me la hizo con un cuchillo y después, me dejaron tirado, herido y sangrando por todas partes, en mitad de la calle, completamente desnudo. Me sentí tan humillado y rabioso, que hice algo para lo que no me habían educado, algo impuro, algo que no debería haber hecho. Me vengué. – mi indignación iba en aumento. La cara de Namjoon era triste, como si se arrepintiera profundamente de haberle devuelto la jugada a aquellos policías sinvergüenzas. A mí, la venganza me parecía un castigo muy adecuado para tanta injusticia.
—¡Hiciste muy bien en vengarte, ni se te ocurra culparte por ello! ¡Qué les jodan, así aprenderán a no meterse con los más débiles! – Namjoon suspiró, asintiendo con la cabeza, no muy convencido.
—Supongo que sí, pero lo que más me molesta es que no fuera yo quien se vengara, si no tu hermano.
—¿Mi hermano?
—Cuando caí herido, Jungkook fue el que vino en mi ayuda. Lo había visto todo, pero no intervino porque sabía que no le convenía. De hecho, fue él el que dio la voz de alarma que hizo que los polis me dejaran en paz. Si no, quizás me habrían matado. Jungkook me dejó su camiseta y me escondió en un callejón hasta que encontró ropa para mí. Luego me llevó hasta mi casa casi a rastras. ¿Te lo imaginas? Yo era tan grande como ahora y Jungkook bastante más pequeño, pero aún así pudo conmigo. – no me lo imaginaba, no. Era imposible pensar que una mole tan grande como Namjoon fuera cargada por los delgados pero fuertes brazos de mi hermano. – El caso es que mientras me estuve curando de mis heridas, Jungkook no hacía más que sugerirme llevar a cabo una venganza. Al principio me negaba, pero acabé tan cansado y sintiéndome tan humillado, que accedí solo para que tu hermano se callara. No pensé que él haría nada… pero lo hizo.
—¿Qué hizo? – pregunté, con un nudo en la garganta. No habría matado a nadie ¿no? O cortado un pene… ¡buagg! Pero viniendo de Jungkook, me lo esperaba.
—Buscó a los policías, uno a uno, yendo incluso a sus casas y… bueno… a dos de ellos, los que no habían empezado la pelea, solo les cortó el agua, la luz, el teléfono, el gas, hizo estallar la tuberías de sus casas y poco más. Amenazó a sus hijos y después de eso, no se atrevieron a quejarse. El problema fue… el otro, el que empezó la paliza. – ah, ah… ¿Qué había hecho más? Porque eso de que “solo” había cortado el gas, la luz y demás era una ironía ¿no? – Al otro le devolvió la humillación de ser marcado como un animal de corral. – Namjoon se señaló su cicatriz, ya escondida bajo el bañador. – Le cortó la frente con un cuchillo, dibujando una cruz gamada en ella, y luego, quemó su coche con gasolina.