Capítulo 7.

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Rashelle y yo avanzamos hacia lo que es un bosque espeso, verdoso, con gigantescos árboles, incluso más grandes que nuestros edificios, por mucho. En realidad, no sé muy bien qué es lo que debemos hacer exactamente, pero sé que hemos atravesado el muro, y que ya no estamos en Hylarion. Ya no estamos en nuestra burbuja perfecta. Ahora tenemos que sobrevivir por nuestra propia cuenta y eso me emociona, pero a la vez me aterra. Sobre todo por las criaturas no conocidas. Los morigans son monstruosos, sí, pero ha habido testigos que aseguran que los morigans no son los únicos que comen carne, o los que solamente están sedientos de sangre. 

Bueno, llevamos prácticamente todo el día caminando entre ramas y gruesos troncos. Mis piernas me calan por el dolor que se sostiene en ellas por haber caminado por largas horas. ¿Qué estamos buscando realmente? 

-Vamos a descansar - me dice cuando se detiene en una roca grisácea y saca la cantimplora para beber más agua.

-Podríamos acampar aquí -le sugiero. Ella niega con la cabeza. 

-Avancemos un poco más. No es segura esta zona. 

Asiento nada más. Rashelle me arroja la cantimplora para que yo también beba agua. Siempre cuidándome. Por algo somos almas gemelas. En Iridon no existe lo que son las parejas. Solo hay almas gemelas. Un par de mujeres que se estiman y mantienen una conexión especial. Rashelle y yo la sentimos desde la primera vez que hicimos contacto visual, cuando la conocí en el instituto. Es mi compañera de vida, mi mejor amiga, mi alma gemela. Y es asombroso. 

Conforme más caminamos, puedo notar que el sol va abandonando su puesto y comienza a escucharse el cantar de las hadas luciérnagas. De pronto veo que un conjunto de luces vuelan en sintonía y viene hacia nosotras. Rashelle no se cubre o hace algo, simplemente sonríe cuando las luces giran a su alrededor. Las hadas luciérnagas son juguetonas y traviesas. Sus diminutos cuerpecitos se deslumbran por la oscuridad del bosque, y su brillo es de un tono azulado con blanco y un poco de rosa. Son tiernas, en realidad. Su carita varía, algunas tienen el rostro en forma de diamante, con orejas largas y puntiagudas, y su complexión no es más grande que el dedo índice, pero son largas, con vestidos pegados a su piel, y las alas son extraordinariamente pequeñas, no más que ellas, pero tienen el suficiente tamaño para hacerlas volar, y lo mejor de todo, tienen un tono de tornasol que parece arcoíris.  

Las hadas luciérnagas se van, y nos quedamos contemplándolas. De pronto escucho un ruido, como el crujido de una rama y preparo en mis manos un conjuro; de ambas palmas me sale un humo obscuro y me hace sentir un calor agradable en todo mi cuerpo. Me gusta la sensación que me da mi magia. Rashelle prepara su arco y antes de que pase algo más, una criatura negra y peluda nos ataca. 


Las hijas de LilithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora