Epílogo

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 Otorgo atención al trozo de papel pegado debajo de mi taza con café y, de pronto, al borde de la curiosidad, me esfuerzo por despegarlo para saber de qué se trata

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Otorgo atención al trozo de papel pegado debajo de mi taza con café y, de pronto, al borde de la curiosidad, me esfuerzo por despegarlo para saber de qué se trata. Teniéndolo en mis manos, lo desdoblo y leo eso que tiene escrito en su interior.

«Gran mañana, ¿eh, bro? Me preguntaba si podrías presentarme a esa chica rubia que vino contigo el otro día ;) -Fede».

Al final, todo... ¿resultó parte de mi imaginación?

Federico se carcajea con ganas al oír la loca teoría que armé en mi mente aquella mañana en la cafetería, antes de desdoblar el pedazo de papel donde él me coqueteaba. Tras reírnos juntos, acostados en nuestra cama matrimonial, él me besa, impregnando mi sentido del gusto con ese dulce sabor a café helado con dulce leche, mi favorito.

 Tras reírnos juntos, acostados en nuestra cama matrimonial, él me besa, impregnando mi sentido del gusto con ese dulce sabor a café helado con dulce leche, mi favorito

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