Capítulo 50: Te he echado mucho de menos

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La llamada había concluido en el justo momento en que sus celestes ojos se toparon con aquella carmesí mirada. Si bien deseaba preguntarle por qué todavía continuaba con aquel vestuario, el averiguar por qué llevaba consigo tantas bolsas en ambas manos, era mucho más sustancial en ese preciso instante.

—Lamento la demora, pero se complicaron las cosas en último momento.

—Alguien parece ser algo popular entre los chicos –indicó sin querer darle importancia. Aunque no quisiera admitirlo abiertamente, no le agradaba la idea de que todos esos hombres tuvieran tantas atenciones con ella sólo por ser una modelo.

—No creo que sea el caso –contraindicó-. Tengo hambre, vayamos a comprar leche –agregó con una sonrisita.

—¿Leche…? –estaba confundido.

—No me gusta comer cupcakes sin leche –aclaró, mostrándole aquella caja llena de esos manjares. Aomine se sorprendió al ver lo "bonitos" que se veían esas cosas.

—Es increíble…lo ridículos que se pueden ver esos pastelillos.

—¿De verdad lo crees? A mí me parecen muy apetecibles. Prueba uno –eso era un mero trámite, ella ya le había atipujado el panquecito directo en la boca. Y tras masticarlo lo más rápido que pudo para no ahogarse y morir, pudo regañarla como era apropiado.

—Vas a matarme si haces algo como eso otra vez –le regañó, halando de sus dos mejillas. La cara de la chica estaba roja, pero no por las razones que muchos creerían.

—Ungh…Ya te dije que no soy de goma –se quejó sobando su rostro-. Yo sólo te comparto mis cupcakes, mal agradecido.

—Más bien intentabas asesinarme.

—Claro que no –volvió a guardar su preciado y delicioso regalo.

—Lo que sea. Hora de irnos –él inició la caminata, sin embargo, al poco rato notó que ella no le seguía-. ¿Y ahora qué ocurre? –le observó de soslayo, aguardando su respuesta. Ella simplemente terminó mirando en otra dirección.

—Pues verás…También tendré que comprar…algo así como unas…pantuflas –contó con pena-. He estado todo el día con estas botas altas y mis pies me están matando, así que no puedo dar ni un paso más –no le quedó más remedio que confesar aquella penosa situación. Ella simplemente no estaba acostumbrada a semejante calzado.

—Ya decía yo que todo ese atuendo era demasiado para ti –soltó cínico.

—No discutiré algo tan evidente como eso –apoyó.

—Creo que no tengo más elección –sin siquiera pedir permiso alguno tomó aquellas bolsas, desconcentrando brevemente a la chica-. Te llevaré –él se había agachado frente a ella, dándola la espalda; estaba clara la orden, aunque ella estaba pensándoselo más de lo necesario.

—Mmm…Podría quitarme las botas y andar así…

—Por esto estoy haciendo esto –suspiró con cansancio-. Sé que eres muy capaz de irte descalza de aquí hasta llegar a tu casa.

—Bueno, por esta vez lo haré –accedió a la petición del moreno. No es como si nunca antes le hubieran cargado así, sin embargo, que él lo hiciera hacía todo diferente; era sencillamente vergonzoso, especialmente porque las ropas que llevaba no estaban precisamente hechas para estar en esos trotes.

—El que está haciendo el ridículo soy yo, no tú –soltó con bufa, ella simplemente besó su mejilla con ternura-.

—…Te quiero, Daiki…

Hablando de las cosas que te pueden tomar en curva. Esa simple confesión, esas únicas dos palabras le dejaron callado por unos breves segundos; y sin siquiera darse cuenta una sonrisa se delineó en sus labios.

Addicted to U [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora