seis

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.....

Escuchaste un silbido de parte de aquella mujer, preferiste no voltear y solamente esperar a que llegara a la mesa. Claramente estaba muy cerca, y lo pudiste notar por la cercanía del anterior silbido. Volteaste a ver a la castaña con preocupación, pero esta parecía muy segura de sus respuestas. Diablos, como desearías ser ella en este momento, tan despreocupada, tan inteligente y tan segura de sí misma.

Un fuerte sonido de la regla de madera chocando con el metal de la mesa sonó, brincaste asustada y volteaste hacia arriba. Ahí estaba la profesora, ansiosa por terminar de revisar la actividad.

- Dame tu libro.- ordenó.

Con las manos temblorosas entregaste aquel delgado libro, esperando lo peor. Habían dos opciones; tus respuestas estaban correctas y te dejaría en paz o estaban totalmente incorrectas, y simplemente dejarías que pasara lo que tenía que pasar. Viste a la profesora de reojo una última vez, quien solo se limitó a llevar una expresión seria y devolverte tu libro. Suspiraste en respuesta de ello, pues no sabias el porque de aquella repentina acción. Lo mismo con la castaña que estaba a la par tuya, una revisada y devolvió el libro.

Parecía que todo marchaba bien, pues no había marcado ningún error en aquellos ejercicios ya resueltos por tu parte. La docente se encontraba en su escritorio, revisando unos papeles. Ibas a dirigirle la palabra a la contraria, cuando de pronto la maestra nuevamente se levantó de su asiento.

- (N).- su mirada se dirigió a la tuya.- Pasa al frente.

"Mierda, en que me metí"

Dudosamente te levantaste de tu asiento, la de lentes te vio, con una expresión que proyectaba duda y preocupación al mismo tiempo, lo cual pudiste notar. Maldijiste por lo bajo al verla, no sabías lo que haría la profesora; más si tenías una idea, y no querías que Hange te viera frente a una situación tan vulnerable.

- Todas tus respuestas están incorrectas.- dijo en un tono fuerte.- Hemos estado repasando este tema durante meses, y siempre terminas decepcionándome.

Bajaste la cabeza al escucharla, contestar solo agrandaría más los problemas, y eso era lo ultimo que querías.

- Date la vuelta.- ordenó, y así fue, te diste la vuelta a modo de darle la espalda a las demás compañeras, escuchaste como la regla de madera se deslizó sobre el frío metal de la mesa.

Lo único que hiciste fue cerrar tus ojos y levantar tus hombros, tratando de tapar tus oídos. Pronto sentiste como la profesora levantó la tela que estaba en tus rodillas y dio un fuerte azote con la regla en tus pantorrilla.

- 𝒔𝒊𝒏𝒔 | hange zoe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora