El algo

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Para @Nat_moli

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Habían nacido. La otra cosa o ese algo no era otra cosa que un bebé regordete con una mata de pelo negro y esferas con el color de un rayo de luz, no sabía cuál, al igual que alguien, no sabía quién —hablamos de ojos verdes cual rayo de Avada Kedavra lanzado por Voldemort. Alguien que no era la gigante que también tenía esas maravillas verdes pero combinadas con fuego en torno a su rostro tranquilizante —sabía que la del rayo no era la que en un futuro identificará como su madre, que tenía los mismos ojos y piel pálida de su hermano, pero en cambio, cabellos rojizos y largos semejantes a llamas.

Toda esta descripción es ponerle forma a la sin forma de los pensamientos de cierto bebé, del mismo tamaño miniatura del primero (el bebé llamado —próximamente— Harry Potter), semejante (este bebe sin nombre —aún— a Harry) pero diferenciándose en una nariz menos redondeada, su piel menos pálida y sus ojos negros como la noche pero más brillantes que en su vida pasada.

Hablamos de Harry y Hulderic Potter, los mellizos hijos de Lily Evans y James. Ambos eran los más probables candidatos a cumplir una profecía, pero sus padres se inclinaban a creer que sería el último, nacido primero, pese a la insistencia de Dumbledore, mismo que les comunicó la noticia de la predicción, con intenciones de prevención, más no otras, como tanto les insistió. No obstante, los padres hicieron caso omiso a sus insistencias. De este modo, finalmente, Harry Potter fue apartado de su lado y llevado con sus tíos muggle.

La pareja de padres biológicos de Harry había recibido denuncias de abandono después de que una vecina, bruja squib aliada a Albus, informara. Por supuesto, este facilitó las cosas con amigos mágicos y muggles, de hacía años o por favores, que vivían en el mundo de los últimos. No quería al niño en un orfanato.

Cabe aclarar, el anciano tampoco había imaginado todo lo que le pasaría con sus parientes. Él no, aunque su padrino sí.

En el par de meses que le llevó al último hacer todo el trámite para arrebatarlo de las manos de esos (matrimonio Dursley-Evans), y luego adoptarlo, ya se había comenzado a notar excesivamente la preferencia por su propio hijo y cómo le habían gritado suficientes veces como para dejarle un trauma que le costó años en que superara, y no más gracias a su pareja, Remus Lupin.

Lo consintieron mucho hasta bastante después de sus cuatro años, cuando todo lo sucedido en ese casi año fue superado. Lo hicieron hasta casi sus cinco, cuando, aunque algo tardíamente, comenzó su temporada de berrinches. Llegaron a recurrir a Severus Prince en una petición de auxilio. El hombre era alguien de confianza para el director, a quien le habían preguntado en primera instancia. De esa forma el chico empezó a ser adentrado en las pociones. En un primer momento fue a modo de castigo, hasta que empezó a ser llevado, en reemplazo de una niñera extraña que lo cuidara (sus papás Sirius y Remis no confiaban en ningún desconocido), a esas clases particulares en esa extraña habitación de la que no podía salir (para no cruzarse con alumnos de Hogwarts y así evitar problemas, pero él no lo sabía). En estas veces las lecciones eran más fáciles para él y Severus no era tan rígido, distante y frío, por lo que no tenía miedo.

Remus Lupin, pareja de Sirius Black, era un hombre lobo, quien tomaba la poción matalobos cada luna. En principio, aunque las hacía el mismo pocionista, se las llevaba el director. Cuando empezaron a interactuar con el fabricante por su hijo, fue que las comenzó a recibir directo del mismo y dialogar con él. Después de un tiempo, por celos, Sirius inició con una intromisión en las mismas que derivó en que llegara a considerar a Snivellus, el consentido hijo único de la soltera Prince, como un amigo incluso; era mutuo, si bien ninguno de los dos solía emitir palabra al respecto.

La pareja pensaba en todo esto cuando se despidieron de Harry en la plataforma 9¾, quien dejó muchos besos a Phoenix, el hijo biológico de medio año de ambos (después de años de esfuerzo de múltiples experimentados y experimentadores muggle y mágicos), más consejos de Remus y comentarios cómplices por los que Sirius se llevaba malas miradas del otro.

Ambos pensaron en cuánto le debían a la terapeuta de Harry, que los acompañó entre sus dos y seis años y lo volvió a hacer en el último año. No sabían cómo hubieran conseguido explicarle a su pequeño Harry tantas cosas... Estaba la profecía, los peligros, su familia... Su hermano mellizo, el hermano menor en camino...

Reencarnaciones y mellizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora