Hogwarts

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Hulderic valoró como nunca antes sus lecciones. También el hecho que "por la profecía" su madre evitara la exposición en público, ya que "era tan llamativo" que llamaría la atención y podrían localizarlos fácilmente y... No sabía cómo seguía, solo que había concluido en la importancia de la puntualidad y ellos despidiéndose suficientemente temprano como para que pudiera llegar al final del tren, instalarse en un vagón y hacer un hechizo silenciador para que, hasta que arrancaran, él no pudiera oír nada. 

El viaje fue tranquilo, en su mayor parte. Su corazón se rompió un poco cuando Harry, el verdadero salvador de la profecía (y fuera del escondite hermético de su casa todo el mundo mágico lo sabía, aunque sus padres insistieran con que "ya tu te enfrentarás, triunfarás y ellos a ti será a quien verán"), iba a preguntar por si había lugar en el compartimento hasta que vio que eran casi iguales, por lo que supuso quién era, y se dio la vuelta y se marchó. Bueno, por lo menos sabía de su existencia... A quién mentía. Dolió mucho. 

Su psicóloga decía que no debía forzarse a ver lo mejor, que debía ser sincero con él mismo. Que el optimismo podía tapar sus sentimientos, que debía dejarlos fluir. Dejar salir lo malo de él. Pero de las mejores maneras, que solían ser en soledad, generalizando.

De todas maneras, el dolor emocional no era nuevo. Nada superaría los gritos de sus padres cuando supo que era intersexual o la cara de decepción constante que traían después de eso. 

Lloró hasta que se quedó dormido y no despertó hasta el momento en que un chico lo despertó. Se presentó como Cedric Diggory, un alumno de Hufflepuff de tercer año. Añadió que se cambiara pronto, porque estaban por parar. En cuanto se fue, velozmente, se sacó su camiseta y se puso su túnica. Terminó unos segundos después que se estacionaron. Dejó su equipaje en el tren, como le dijeron sus padres, y bajó último. 

Fue con tres niños desconocidos en quienes ni siquiera se fijo, concentrado en mirar sus pies. Y no levantó la mirada hasta que el semi-gigante anunció que estaban frente a Hogwarts. 

Sonrió como nunca antes, con ojos grandes y brillantes que nadie le había visto antes. Fue impresionante para alguien como él, que no conoció nada más que su casa hasta que fueron a visitar el Callejón Diagon, el cual ni siquiera recorrió, porque sus padres, tomando rumbos que no supo cómo recordaron porque no habían ido más que al mundo muggle por provisiones y hacían las transacciones y cambios de dinero vía lechuza, se movieron por callejones ocultos, caminos de mala muerte... Suponía que por miedo a Voldemort, aunque no terminaba de entender por qué ir entonces con gente que llegaba a parecer tan mala como el innombrable.

Era, en esa vida, algo joven para terminar de captar que, en realidad, evitaban ser vistos por el resto. Muchos rumores circulaban entre la gente sobre su reaparición una década después del fin de la guerra y de su otro hijo, mellizo desconocido de quien creyeron el único sobreviviente a la noche en que estimaron que había ocurrido el fin de la guerra. Pero la gente no sabía todo tampoco: que Harry tenía dos padres adoptivos (no sabían de Remus, que se escondía por hombre-lobo), que el señor oscuro había recurrido a métodos de lo más oscuros para determinar la ubicación de los Potters e infiltrarse a escondidas por los minutos suficientes  (fallando, porque no llegó a apuntar a Hulderic y cuando quiso matar a Harry había una protección ancestral en torno a la cuna de ambos), y que perdió porque fue asesinado por ambos padres de espaldas. En su caída hacia delante Hulderic había sido herido a la altura del corazón. Eso último ni siquiera Albus Dumbledore lo supo, porque, cuando días después se llevaron a Harry, esa misma noche James y Lily hicieron un fidelio con el mismísmo manipulador de Lucius Malfoy y la hermana de ella, Petunia.

Hulderic volvió a la realidad entonces, cuando su bote, así como los demás, chocó contra el borde del lago y Hagrid gritó que bajaran. Siguió en un estado de trance, procesando que finalmente estaba en Hogwarts, lejos de sus padres, libre, y solo salió de él cuando una mujer de túnica verde y cabello negro recogido en un rodete tirante les ordenó alistarse y seguirla, mirando a un pelirrojo con la nariz sucia de tierra y un rubio con la capa atada debajo de su oreja.

Reencarnaciones y mellizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora