Eri en la enfermería

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Para el lunes, Hulderic no entendía mucho (nada). En ninguna dimensión, realidad o vida tendría sentido lo que estaba ocurriendo, para él.

Despertó el sábado y, antes de hablar, ya tenía una comida completa frente a él. Dos filetes de carne de cerdo, un bol pequeño de ensalada de lechuga, manzana y tomate, ¡hasta papas fritas con quedo cheddar y huevo frito! Era mucha comida. 

"Lento pero seguro. Cene, señor Potter. Lo más posible", pidió Severus Prince, apareciendo a su lado no sabía de dónde. "La enfermera tuvo que atender algunos asuntos más de momento".

Severus no le permitió abandonar su plato hasta que no le entró más. Ni siquiera cuando entró su hermano; a penas pudo saludarlo. Se sentía como un cerdo, comiendo solo y sin siquiera hablar.

Más raro que eso era que Harry pareciera apoyar la moción. 

Dos personas vigilando su comer... Era extraño. Nunca había tenido ni siquiera a sus dos padres asegurándose, en ninguna de sus vidas. En esta vida, de hecho, era más: tenía solo a su madre vigilando su  silueta. Solía sentirse como un pedazo de costillar a la venta entonces. Pensar que en otra vida le gustó, susurró la voz de su mente que le había hecho saber (tiempo atrás) que sus sueños eran recuerdos de otras vidas. En otra vida, resaltó él mismo.

Y verdaderamente extraño le fue que, en cuanto terminó (es decir, llegó a poco más de la la tercera parte del inmenso plato y no le entró más), Harry saltó a abrazarlo, pero cuando lo hizo, lo rodeó con delicadeza. como si tuviera miedo de romperlo, pero sosteniendo su espalda con suficiente firmeza, temiendo también que se esfumara entre sus brazos, aseguraría Hulderic si alguien le preguntara. Todo cuando antes de ayer no hubo una interacción mayor. 

Sin embargo, no pudo obtener más explicaciones. El profesor le dirigió una mirada asesina y lo sacó del lugar. A él no lo dejó ni replicar tampoco, antes de mandarlo a seguir durmiendo. Se quejó de que había dormido demasiado para seguir haciéndolo. Solo recibió una poción. Pasó por completo el saborearla antes de tragarla. Ya había recibido pociones antes y eran un asco. Minutos después, se estaba durmiendo. 

Despertó al día siguiente. Madam Pompfrey ya había regresado. Le hizo una revisión general con una mezcla de hechizos y métodos muggle, todo en silencio.  Al finalizar le explicó que sería liberado después del mediodía pero que debería recibir chequeos periódicos. Que su salud no estaba tan delicada (quiso rodar los ojos; eso ya lo sabía), pero que tampoco estaba sano (le parecía una exageración). 

Después tuvo un plato repleto de pasta con salsa mixta. Comió hasta poco menos de la mitad, cuando no pudo más (y lo agradecía; era un plato muy grande y eran demasiados carbohidratos, pero la mirada de la enfermera le advertía que no comería menos que la máxima capacidad de su estómago). 

Entonces apareció Harry y repitió el acto de ayer. Hoy, no obstante, no fue echado y apoyó la frente entre su cuello y hombro. Después, habló: "Perdón, Eri. Fui un idiota. Y después quise arreglarlo pero estuve toda la semana dando vueltas y no lo hice y pasó esto antes y... Y-y ahora..."

Una gran carcajada salió de su boca. Harry se alejó unos centímetros, inmóvil, sin apartarse del todo, con sus manos en su espalda todavía, pero rígido. 

"¡Tonto!", exclamó.

Lo hizo con una alegría que a su propio alma sorprendió, pero logró que su hermano se relajara y eso fue lo que le importó. El otro lo atrajo hacia sí y le dejó su barbilla en su hombro; mantuvo la postura unos instantes. Hasta que él mismo se relajó y acostumbró a la sensación. El otro siguió con un sostén flojo, así que se avergonzó y se separó un poco, también para seguir hablando. Pero entonces el segundo Potter reaccionó y lo volvió a abrazar; un poco más de fuerza esta vez pero el cuidado permaneció. Recién ahí se apartó apenas lo suficiente para dejarlo hablar. "¿Ibas a decir algo?", lo instó, mirándole a los ojos. Rió un poco más, con sus mejillas sonrojadas.

"Nada grave; solo que no estoy enojado ni ninguna tontería así... Y te quiero", se rascó la nuca, nervioso. Solo con Hermione o al responder preguntas del docente en clases había pronunciado algo tan largo. Y nunca fuera del tono bajo; tampoco tan firme como ahora. Aunque hacia el final retornó a eso, pero tampoco había dicho eso tampoco. Sintió el calor en sus mejillas más intenso que antes.

No había notado hasta ese día el tono infantil de su voz. ¿Tenía relación con estar recordando sus vidas pasadas? ¿O era no haber hablado suficientemente alto y largo para notarlo?

Unos dedos fríos apretando las mismas lo sorprendieron. Miró otra vez a Harry. ¿Cuándo desvió la mirada?

"Te voy a cuidar y proteger mucho".

Gruñó y frunció el ceño. También hizo un puchero, pero no lo supo, aunque Harry sí.

"¡Hey, tengo tu edad!"

"Pero yo nací antes".

"No puedes saberlo".

"Tengo mis métodos".

"No puede haber tanta diferencia". 

"De hecho sí", pronunció una tercera voz que no recordaba haber oído pero tenía la sensación de que sí.

Reencarnaciones y mellizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora