𝟎𝟎𝟎 ¦ 𝐋𝐀 𝐃𝐄𝐒𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐈𝐃𝐀

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Podría ser cualquier persona, aunque la mala suerte le toca a los menos afortunados.

Pensaron que era un descubrimiento, algo único en su clase y que no iban a encontrar algo igual... Pero estaban muy equivocados.
Que te digan que eres único, especial, excepcional, y extraordinario no te hace sentir bien a veces.

Precticamente nació en el laboratorio, el hombre que la cuido desde entonces no se cansaba de recordarle lo especial que era, no sabía a quién había invitado a sus instalaciones.

La sometieron a pruebas cognitivas y sensoriales. La niña tenía un don especial: tenía un ojo completamente peculiar, nada ni nadie podía escapar de sus ojos, encontrar personas era su especialidad y eso le encantaba al Dr. Brenner... sin embargo, buscar y verlo todo no era lo único que sus ojos podían hacer.

Cero podía privar de los sentidos a cualquiera que su vista tocará o, si estaba de mal humor, infringir un dolor masivo. Tenía sus límites, si, pero eso no evitaba que la niña no obtuviese lo que ella quería, nadie quería acercarse a Cero.

Todos en el laboratorio vivían con los ojos de Cero encima sin poder esconder nada.

Al principio al Dr. Brenner le gustaba, no era necesario las cámaras o bosinas, Cero le informaba de todo lo que sucedía en el laboratorio, mantenía en extrema vigilancia a todo el mundo ahí dentro.

Los problemas comenzaron cuando el narcisismo y ego de Cero aumentaba. Se volvió desobediente y consumía en dolor a cualquiera que estuviera en su contra, eso ni siquiera lo podía parar Brenner. Y aumentó cuando comenzaron a llegar más personas al programa, a Cero no le gustó dejar de ser la única. No quería compartir la atención con nadie, así que cada vez que los demás hacían pruebas, Cero los privaba de sus sentidos incapacitandolos.

Necesitaban pararla.

ººº

Era una sala blanca de castigo especialmente hecha para Cero, había materiales en los que la niña no podía ver, se necesitaron varias capas de metales pesados para evitar su vista y aún así, podía ver siluetas.

Reconoció la silueta de Brenner caminando a la sala. Estaba sentada en frente de una mesa y delante de esta había otra silla, supuso que era para el.

Entró con usa sonrisa en el rostro, era el cumpleaños número 15 de Cero, así que ese día le llevó un cupcake con una vela.

— Feliz cumpleaños— le dijo mientras tomaba asiento.

— ¿Que vas a hacerme, papá?— le pregunto evadiendo la felicitación de hace un momento, Brenner se acomodo en sí asiento. Ya no sonreía como hace rato.

— Te has portado muy mal, Cero. Estás molestando a los demás y eso es muy grosero de tu parte— explicó. Apago la vela con sus dedos y lo puso a un lado. — Ellos son iguales a ti, también son especiales—

— Tu me habías dicho que yo era la única especial— respondió. —Ellos no son iguales a mi. De ninguna manera lo son—

— Entiendo tu descontento...

— ¿Ah si? Ellos no están en habitaciones como esta, ¿crees que me privas de mi vista tan fácil? Estás paredes solo lo hacen borroso pero todavía puedo ver cosas... estas olvidando mi existencia, ellos ni siquiera saben que existe un cero aquí.

—Cero. A todos los trato igual— le dijo.

—No— Cero se estaba alterando como de costumbre. Pero lo que decía era verdad.

— Tengo un plan para ti, y solo para ti. Si realmente puedes ver a pesar de estas paredes sabrás que no miento— Brenner sonrió de nuevo.

El no mentía, si lo había espiado, pero no podía ver con claridad lo que hacía.

—Estarás bien, y todos estarán felices por ti— le dijo poniéndose de pie. Iba a irse pero antes de eso volteo a ver a Cero la cual había llamado su atención cuando dijo su nombre.

— ¿No estas enojado?— pregunto Cero.

—De ningún modo, ¿como podría estar enojado con mi más grande éxito?— le confesó.

Tal vez era la edad, o podía ser solo porque el era lo único que conocía.
¿Como iba a saber que eso era lo último que escucharía de papá?

𝙎𝙏𝙍𝘼𝙉𝙂𝙀𝙍 𝘾𝙃𝙍𝙊𝙉𝙄𝘾𝙇𝙀𝙎 | 000Donde viven las historias. Descúbrelo ahora