Alas

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Un pequeño crujido lo alerta y espera unos segundos antes de abrir los ojos, comprobando que la cama frente a él está vacía. Hace dos semanas que el comandante se ha estado escabullendo del dormitorio que comparten y en cuanto descubrió el motivo, decidió vigilarlo a una prudente distancia, ya que no quiere interferir, ni tampoco presionarlo. Desde que perdió el brazo derecho, ha tenido algunos problemas para acostumbrarse a su rutina, especialmente con el equipo de maniobras tridimensional pero insiste en esforzarse más de la cuenta y últimamente, ya no le confía sus preocupaciones.

En silencio contempla al rubio que intenta maniobrar por el alto muro, resbalando casi a la mitad y cayendo estrepitosamente al suelo. Al cabo de unos minutos, no puede permanecer indiferente con la frustración que refleja el rostro contrario y decide acercarse.

-¿Qué haces aquí, Levi? Pensé que dormías- dice usando el antebrazo para limpiar las gotitas de sudor en su frente.

-Sabes que duermo poco, ¿Cuál es tu excusa? El doctor dijo que debes descansar.

-Ya descansé bastante, hay que planificar la siguiente expedición a—

-Primero debes recuperarte o no podrás luchar- replica con la intención de tomar el controlador que lanza los ganchos, siendo empujado con seriedad.

-Aún si descanso no podré hacerlo, todos están especulando que pasará ahora, creen que me dedicaré al trabajo de oficina.

-Y deberías considerarlo- señala ignorando el ceño fruncido del rubio y acorta la distancia entre ambos, intercambiando una larga mirada- Eso diría alguien que no te conoce, no de la forma en que yo lo hago, sé que lo que quiero no lo obtendré, así que te ayudaré.

-No necesito tu ayuda, Levi.

-La necesitas si continuas con tus deseos suicidas de volver al campo de batalla, ¿Sabes cuál es tu problema, Erwin? Te mueves como si aún tuvieras ambos brazos, sube el muro utilizando tus piernas y no te detengas, tiendes a buscar apoyo en tu lado derecho, así es más probable que falles- explica escudriñando el rostro contrario, sin lograr descifrarlo hasta que recibe un asentimiento.

-¿Cuánto tiempo llevas siguiéndome, Levi?

-El suficiente, ahora hazlo.

Fue así como comenzaron una nueva rutina, en donde pasada la medianoche se dirigen al imponente muro de entrenamiento. Usualmente permanece en silencio, dando uno que otro consejo al comandante, quien los acepta con un gesto que no logra identificar. A veces le gustaría decir ciertas cosas que rondan por su mente pero se abstiene, ya que no quiere incomodarlo, ni mucho menos que lo aparten. Por el momento, se conforma con que sepa que está a su lado.

Esa madrugada no fue diferente, durante casi una hora se dedica a contemplarlo y en los breves descanso se acerca a corregir pequeños fallos en la postura que mejorarán su maniobrabilidad con el equipo tridimensional. A pesar de que no lo aceptará en voz alta, está muy orgullo con los rápidos avances del comandante y no le cabe duda de que podrá defenderse en el campo de batalla.

-Deberías considerar unirte a nosotros en las practicas, te mueves mucho mejor que varios de los mocosos.

-La mayor parte del crédito es tuya, eres bueno enseñando- señala acercándose al pelinegro, quien cruza los brazos a la altura del pecho mientras frunce el ceño- No es propio de ti dar un halago.

-Tsk, no lo hice, idiota, borra esa sonrisa de tu— no termina la oración al escuchar unas escandalosas risas seguidas de palabras que no logra entender. De inmediato sujeta los hombros contrarios y no pasa por alto lo tenso que se coloca.

-¿Qu-Qué haces, Levi?

-No quieres que alguien se entere de esto ¿Verdad? llévanos arriba, ahora.

Nunca ha sido ávido al contacto físico y quizás ese sea el motivo de que sienta un extraño escalofrío cuando le rodean la cintura al mismo tiempo que toda distancia entre sus cuerpos se esfuma. Durante los breves segundos que se elevan, es inevitable que su atención se centre en los acelerados latidos del rubio y el agradable calor que emana. Al llegar a lo más alto del muro, permanecen de rodillas tras uno de los bordes sobresalientes, sin embargo, a diferencia de su acompañante que vigila lo que sucede abajo asomándose con cautela, sus manos niegan a apartarse y cierra los ojos al percibir ese tenue perfume. Por más que lo piensa, no descubre la razón de que esa posición resulte tan cómoda.

-Ya se fueron, creo que eran dos reclutas nuevos.

-Tsk, ¿Qué hacen aquí? Los mocosos deberían estar en la cama.

-Quizás buscan un lugar más íntimo- canturrea recordando como eran varios de sus compañeros a esa edad y no los culpa, no solo son adolescentes, tampoco tienen certeza si regresarán de la siguiente expedición.

-¿Y para qué? Esos mocosos están perdiendo valiosas horas de descanso.

-Un poco de diversión no es mala, nadie sabe que pasará mañana, tal vez debas probarlo, divertirte un poco- aclara escudriñando la expresión del pelinegro y distingue un atisbo de curiosidad que lo alienta a seguir- ¿Has besado a alguien, Levi?

-Sí, a mi mamá, me daba un beso en la frente y yo a ella antes de dormir- responde arqueando una ceja y suelta varios gruñidos al escuchar la risa ajena, dándole un puñetazo en el vientre- ¿Qué es tan gracioso, bastardo?

-Lo siento, olvídalo- pide permaneciendo de pie cerca del borde y suspira bajito, manteniendo la vista en el cielo estrellado- ¿Sabes? Hange me preguntó que he estado haciendo estos días, dice que ya no estoy frustrado, enojado, ni preocupado como las primeras tres semanas después de perder mi brazo, también dijo que es probable que sea por ti, porque cuando estoy contigo suelo bajar la guardia más que con cualquier otra persona y no se equivoca, te has convertido en un apoyo invaluable para mí y aún si no estamos de acuerdo en algunas cosas, confías en mí, en mis decisiones.

-Siempre lo haré, Erwin, la humanidad tiene una esperanza gracias a ti, gracias a las difíciles decisiones que has tomado y al enorme peso que cargas en tu espalda sin quejarte.

-No creo merecer tu lealtad, tengo tanta sangre en mis manos... perder mi brazo es un pequeño precio por todos mis pecados.

-Tu único pecado es desear un futuro mejor para la humanidad, cargas con la esperanza de tantas personas... te hemos obligado a convertirte en algo que no deseabas y lo aceptaste porque nadie más podría hacerlo, aún si me llevas al infierno, jamás me arrepentiré de seguirte.

Centímetro a centímetro, la distancia entre ambos comienza a acortarse hasta que sus labios se juntan en un beso tan suave como un suspiro e inesperadamente lo apartan por el pecho. La expresión de culpa en el rostro contrario lo desconcierta, temiendo que lamente lo que acaba de suceder.

-No puedo hacerte esto, Levi, mereces algo mucho mejor que un asesino egoísta y despiadado, ya te he hecho bastante daño, por favor, olvida esto, no volverá a suceder.

-No lo haré- replica sosteniendo por el brazo al comandante e impide que se marche usando el equipo de maniobras- ¿Acaso no soy yo quien decide eso? No veo a ningún asesino egoísta y despiadado, solo veo a un hombre que carga con un enorme peso que otros le han impuesto, que se forzó a convertirse en un "asesino" por el bien de otros, que cada noche es atormentado por sus decisiones, que cree que arderá en el infierno, que se desea cosas malas a sí mismo, que ha entregado su corazón por el bien de otros, solo veo al hombre que guiará a la humanidad a un futuro mejor, sin titanes, sin escondernos tras estos muros, solo veo a un hombre determinado que se destruye a sí mismo por el bien de la humanidad... sé lo dañado que estás, Erwin y yo no estoy mejor pero tal vez podría salir algo bueno de esto... ya estamos en el infierno, vamos a arder juntos... las alas de la libertad son dos, no puedo volar si no estás conmigo.

-Levi- susurra con una pequeña sonrisa que se ensancha cada vez más antes de acariciar la mejilla del pelinegro- Estás siendo inusualmente honesto.

-Es tu culpa, por ser inusualmente idiota.

-Perdón, no creo que pueda volar más, ¿Me cargarás hasta el día que ya no soporte este peso en mi espalda, Levi?- pregunta estrechando el cuerpo contrario y esas manos se aferran a su chaqueta con cierta desesperación.

-Jamás te soltaré, Erwin. 

Colección EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora