By JiminCuando entré en el cuarto de baño una ola de calor y vapor me recibió con los brazos abiertos. Enseguida empecé a sudar y el pelo se me apelmazó y se me pegó a la frente. Me lo aparté a base de manotazos antes de abrir la gran mampara de la ducha y entrar sin más.
—¿No te estás pasando con el agua caliente? – le pregunté a Jungkook. Con las manos apoyadas en la pared y la espalda estirada lejos del chorro de agua casi hirviendo que caía sobre su cabeza, su cabello negro suelto, caía como cascadas tapando su cara. Los músculos del cuerpo estaban totalmente contraídos. Observé la venda fuertemente apretada que rodeaba su cintura cubriendo la totalidad de sus abdominales. Se estaba mojando un poco, pero no lo suficiente como para tener que cambiarla. Al no recibir respuesta, apoyé una mano sobre su hombro. Jungkook se relajó un poco, soltando un suspiro de alivio. Bajé los grados del agua un poco para no quemarme y evitar que mi hermano se caldeara la piel. — ¿Estás bien? – pregunté.
—¿Ahora te preocupas por mí? – me replicó él. – Últimamente pareces un cubito de hielo. ¿Qué pasa? ¿Te estás preparando para el invierno?
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que te estás volviendo un súper Muñeco de hielo o algo así. Hace semanas hubieras llorando al enterarte de que me han rajado. Ahora, me ignoras.
—No te han rajado. Te han pegado un tiro.
—Peor. – noté cómo volvía a contraer los músculos y vi de reojo cómo encogía la cara por el dolor.
—¿Tan grave es?
—No.
—¿Quieres verme preocupado por ti?
—¡SI! – gritó y me lanzó una mirada enfebrecida. — ¿Soy yo el único que se preocupa por los dos o qué? – se apartó de la ducha, cediéndome su lugar y me introduje debajo del chorro de agua. Bajé la temperatura aún más hasta que el agua salió templada y luego, helada. – Hace una semana que no hacemos nada. – soltó de repente.
—No porque yo no quiera, sino porque tú no estás.
—¿Y qué esperas que haga? ¿Dejo a todos mis colegas tirados para venir a casa y echarte un polvo?
—Sí. – ni me lo pensé.
—Te estás volviendo un Muñeco frío y pervertido, eh.
—Jungkook, mírame. – gruñí, volviéndome hacia él. Jungkook me miró sin dejar de enjabonarse los pectorales, lejos de tocar las vendas de los puntos.
— ¿Ves algo nuevo? – me observó de arriba abajo con una ceja alzada y alzó un dedo con el que presionó sobre mi pectoral izquierdo.
—Te están saliendo unas pequeñas protuberancias endurecidas por todo el pecho, las piernas y los brazos… ¡Ah, no! son músculos. – bromeó.
—¡Sí! ¡Me estoy volviendo fuerte, Jungkook, muy fuerte! Creo que hasta podría hacer daño a alguien y defenderme por mí mismo de la gente de aquí.
—Ah, vaya, ¡enhorabuena! ¿Eso quiere decir qué…?
—No lo sé. Quizás se me esté subiendo un poco a la cabeza pero… aunque no lo parezca sigo teniendo miedo. – Jungkook se cruzó de brazos, esperando algo más detallado. Agaché la cabeza y miré las baldosas del suelo. Lo que antes soltaba sin pensar ahora me costaba decirlo al considerarlo una muestra de debilidad. – Tengo miedo de esperarte en la cama y que un día, no vuelvas. No quiero sentirme un inútil que necesita que le protejan constantemente. Quiero luchar por ti y por mí y eso… creo que pensar en eso me hace un poco más insensible o inexpresivo, no lo sé. Me da miedo bajar la guardia, mostrar mis debilidades y que la gente las use en mi contra. – Jungkook se tensó y creo que hasta palideció. Le vi flojear un poco su expresión tosca e incluso las piernas le temblaron un poco. Apoyó una mano en los azulejos de la pared y respiró hondo varias veces. Hacía lo mismo cuando intentaba controlar un arranque de mal genio. — ¿He dicho algo malo?