Mi madre se sienta a los pies de mi cama y me mira con un brillo nostálgico en sus ojos.
⎯ Aún no puedo creerme que mañana vayas a descubrir tu marca. Parece que fue ayer cuando me sentaba aquí mismo después de arroparte y te contaba la historia de Nuevo Edén. ⎯
Sonrío a mi madre mientras me arropo con las sábanas y respondo sin dudar:
⎯ Aún quiero que me la sigas contando cada cumpleaños, mamá. ⎯
Observo fascinada como los ojos de mi madre cambian de su tono pardo natural a un brillante tono rosa, para después notar como su piel comienza a tomar el tono verde pálido de las ninfas del bosque.
En cuestión de un minuto, mi habitación comienza a llenarse de brillantes hojas verdes, enredaderas y flores silvestres y mi cama se convierte en un lecho de hierba fresca y lavanda trenzadas.
⎯¿Estás cómoda, mi niña? ⎯ pregunta mi madre, mientras acaricia una de las flores de lavanda de mi cama. ⎯ Te voy a contar la historia de Nuevo Edén por última vez antes de que cumplas tu mayoría de edad y recibas tus dones...
La historia no me es para nada desconocida, pero me encanta oírla una y otra vez en la voz de mi madre.
Hace mucho, mucho tiempo, los humanos llenaban la Tierra que pisamos, en armonía con el resto de seres vivos de la misma. Eran criaturas ilusas que desconocían lo que había más allá de sus vidas anodinas, pues el cielo y el infierno vigilaban sin perderse un solo detalle de cada cosa que sucedía allí, conscientes del poder que sus mentes y almas libres podrían obtener si quisieran.
La Tierra era aún un territorio por explorar y gobernar para ellos, su particular tablero de ajedrez.
Algunos ángeles y demonios la visitaban de vez en cuando, tentando y probando a los humanos para medir sus fuerzas. No había ángel o demonio que no deseara hacerse con el pequeño paraíso de los humanos.
Un día, el cielo y el infierno tomaron la decisión de unirse como uno solo y llegar hasta la Tierra, pues los humanos comenzaban a ser destructivos.
Las guerras, la avaricia y el poco respeto por el propio planeta donde vivían consiguieron la ira de los ángeles y demonios.
Así que estos se mezclaron con ellos, controlaron sus mentes, jugaron con sus almas, hasta fusionar su propia sangre con la de los humanos y crear miles de criaturas nuevas, perfectas, en una sociedad más ordenada que se dividió en celestiales, mitad ángeles mitad humanos, y oscurecidos, mitad demonios mitad humanos.
Nació un nuevo paraíso y lo bautizaron como Nuevo Edén.
A pesar de su unión temporal, el cielo y el infierno jamás dejaron de odiarse.
Tan fuerte era su ancestral odio, que la sangre que vertieron para crear a celestiales y oscurecidos heredó parte de su odio. Solo los restos de sangre humana les permitía convivir en sociedad o incluso forjar algunas amistades sin importancia entre ambos bandos.
De ese antiguo odio venenoso, nació la leyenda.
Esta cuenta que es casi imposible que celestiales y oscurecidos sientan amor puro y verdadero entre ellos y, si esto ocurriera, nada evitaría que las puertas de cielo e infierno volvieran a abrirse hasta desatar la gran guerra por el poder.
El amor entre dos sangres diferentes se consideró venenoso, la más letal de las plagas en Nuevo Edén.
Desde que ángeles y demonios abandonaron Nuevo Edén dejando el rastro de su poder y sangre en los humanos, todos los jóvenes, en su dieciocho cumpleaños, reciben por orden divina una marca en su muñeca que les da la bienvenida como seres de esta sociedad y les presenta su álter ego y sus dones, es decir, les dice si son celestiales u oscurecidos y qué tipo de criaturas mágicas son.
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Atraída por el mal [...A La Venta En amazon...]
Фэнтези"En un mundo donde el cielo y el infierno se unieron para poner fin al destrozo que los humanos estaban haciendo de la tierra y mezclaron su sangre para crear unos nuevos seres y una nueva sociedad más controlada, Ishtar es... ¿Qué es? Todos los jó...