- XXVIII -

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Vigésimo Octavo Recuerdo

Se removió en su sitio sin poder creer las palabras recientes, el nombre de la actual pareja de su amigo. Tomó la botella de Whisky sobre la mesa y la sirvió en su vaso, para después empinársela en un solo trago, sintiendo el ardor en su garganta.

— ¿Horacio Pérez? — repitió —, ¿tantos hombres en la puta ciudad y vas, y dejas que te la chupe el puto federal? ¿Estamos de coña?

— ¿Qué cojones le pasa?

— Ese puto federal se puede ir bien a la puta mierda —soltó furioso, recordando las veces en que ese sujeto le había faltado al respeto, usando su poder como federal — ¿Ya te lo follaste?

— Robert, le pido que se controle...

— Te chupó la polla, ¿no? Porque no veo una explicación lógica para esto.

— Robe... — pero el vaso siendo colocado bruscamente sobre la mesa le interrumpió.

— Es que no me puto jodas Volkov, vas y te follas al único federal que es un hijo de puta.

— Pero vamos a ver, ¿podría dejar de referirse a él de esa forma? — espetó comenzando a sentir su enojo incrementar.

— El cabrón me sacó de un puto Código 3 por sus santos cojones.

— Sus razones habrá tenido.

— Volkov, no pienses con la puta polla.

— No lo hago — frunció su ceño.

— Pues más vale que se cuide de él Volkov, que no se a quien se la habrá chupado para tener ese puesto.

— Deje de hablar de esa forma de él.

— ¿Por qué? ¿Se queda sin una mama-...? ¿A dónde va Volkov? ¡Volkov!

El de pelo rojizo se levantó de su asiento, no sin antes dejar un fajo de billetes sobre la mesa, para después comenzar a seguir los pasos del alto ruso, que ya se había perdido por la puerta del local.

— ¡Volkov! Joder...

Apuró su paso hasta tomar con su mano el brazo del más alto, sin embargo, retrocedió llevándose esa misma mano a su mandíbula, sintiendo el sabor a hierro dentro de su boca y un dolor recorrer aquella zona. Alzó su miraba lentamente, sin poder creerlo, al hombre de pie frente a él, encontrándolo con la mirada llena de ira, y su rostro adornado por el ceño fruncido.

— ¿Qué cojones?

— No vuelva... — masculló —, no vuelva a faltarle el respeto a Horacio, si no quiere perder su puta placa de mierda.

— ¿Estás de coña?

— No, Robert. — Volkov cortó la distancia que los separaba con una zancada llevando su mano derecha al cuello de la camisa del moreno, alzándolo levemente —, Horacio es mi pareja, y usted va a mostrarle el respeto que se merece — espetó soltando bruscamente el agarre, provocando que el contrario retrocediera unos pasos, aun con su rostro sorprendido.

Resopló molesto, dispuesto a abandonar aquel lugar, pero Robert nuevamente le llamó, obligándolo a detener sus pasos.

— Lo lamento Volkov, yo... me exalté — se disculpó. — Usted confió en mí y yo... yo la cagué.

— Lo hizo — giró sobre sí mismo nuevamente, pero el agarre en su hombro le detuvo.

— Volkov... empecemos esto de nuevo... no se vaya... — soltó arrepentido, porque a pesar de no estar de acuerdo en aquella relación que Volkov mantenía con el de cresta, su amistad con el ruso era más importante.

〖 Don't say it again 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora