Capítulo 35

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Me recuesto en el sofá con Anubis a un lado de mi, con un cigarro en mi mano izquierda y con mi móvil en la mano derecha mientras que miro Instagram.
Doy una calada y expulso el humo lentamente mientras que veo las publicaciones, cuando una foto de Erica aparece de repente en el inicio: es una selfie de ella en primer plano, con una mano posada en su barbilla y con esa mirada intensa y penetrante de color caramelo mirando a la cámara. Me quedo unos segundos observándola, analizando la foto y viéndola a ella.

Joder. Es guapa, está buena y es muy buena en la cama. Todo son puntos a favor.

Desde que nos vimos la semana pasada no nos hemos vuelto a ver, ni a hablar, ni a coincidir.
Ni si quiera hemos hablado por mensaje, aunque para ser ciertos, muy pocas son las veces en las que hemos hablado por mensaje.
En esta semana que ha pasado no me ha llamado ni me ha escrito, aunque para ser sinceros, yo tampoco lo he hecho. Jamás suelo escribirle a alguna tía después de habernos acostado, y no es por nada en específico, simplemente no me gusta. Solo soy de pasar un buen rato y ya está, no quiero saber nada más de la persona después.

Pero se me hace extraña esta situación.
Estoy acostumbrado a que me busquen, me llamen y me envíen mensajes después de haber follado. Y ella no lo ha hecho.
Al estar acostumbrado a eso, se me hace raro que Erica no lo hiciera. Aunque por lo poco que la conozco, sé que ella no es de ese tipo de persona que busca ni que demuestra interés. Es muy diferente a las chicas que estoy acostumbrado a conocer, y eso, me llama aún más la atención de ella.
Aunque me molesta que sea tan igual y tan parecida a mi. Somos más iguales que diferentes, al menos de actitud y pensamientos. Y creo que por eso nuestras personalidades chocan tanto.









—¿Stalkeando a Erica? –pregunta Tai riendo– Kian, no me jodas. ¿Estás pillándote de ella?








Frunzo el ceño y miro hacia atrás de mi, donde aparece Tai. Tiene media sonrisa maliciosa en su rostro y mira hacia mi móvil y después desvía su mirada hacia mi, mirándome fijamente.

Aparto la mirada de la de ella y la llevo hacia mi móvil, cierro la aplicación y bloqueo el móvil dejándolo a un lado de mi en el sofá.







—¿Qué tonterías estás diciendo?
–hablo con el ceño fruncido.







Doy otra calada al cigarro y vuelvo a mirarle.

Ella me mira fijamente mientras que camina por el comedor para después acercarse al sofá y sentarse en el hueco libre. Agarra el paquete de tabaco que descansa sobre la mesa de centro y saca un cigarro y el mechero, prendiéndolo y dándole una calada.









—Pues la verdad. En realidad no estoy segura de que sea así, pero por ese camino va.
Mira, sé lo que te ocurre con ella, eres mi mejor amigo desde hace años y nos conocemos, te conozco mejor que nadie y aunque intentas ir de oscuro y de misterioso, te conozco más de lo que crees.
Erica te atrae porque es diferente a las demás chicas, no es como las tías a las que estás acostumbrado. Ella es igual a ti: independiente, misteriosa, va a su rollo y no le importa nada ni nadie. Te llama la atención porque actúa como si no le importaras. Porque no te llama, ni te escribe, ni te hace caso y eso te raya y te llama la atención. ¿O me vas a decir que no?
–habla mirándome fijamente.








Desvío la mirada de ella centrándola en la pantalla de la televisión observando la serie que estábamos viendo. Me recoloco en el sofá quedando sentado, apoyo mis codos sobre mis rodillas y doy una calada más al cigarro.

Decido quedarme en silencio y no hablar ni opinar nada. Ignorándole e ignorando lo que acaba de decir.
Tiene razón, por eso no quiero admitirlo ni decir nada al respecto.

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