CAPÍTULO 1

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Ut pessime animi, ut ego puto te in hoc mundo aliquem temerarium erat, sed iniuriam. Vos animadverto Momentum ad mundum sensu pessimus est perdidi te ipsum —Elena Gilbert.

Ada Walker:

Era un día cualquier, estaba nublado, había niños jugando en la calle como de costumbre. Quería ir a ver a mi madre, pero no tuve el valor, debía estar tirada en su habitación con un bote de pastilla en su mano; tener depresión no es fácil, pero tan poco es fácil lidiar con una persona que sufre dicha enfermedad.

Mi padre debe de estar preparando mi desayuno o Cecia, cualquiera de los dos. Hoy llevaba una falda corta, un abrigo que me había regalo mi novio, yo y él llevábamos dos años de novios, era todo perfecto. Mi vida en pocas palabras era perfecta o eso suponía yo, salvo mi madre, ella era diferente, nunca hablaba de ella con mis amigos, no era por vergüenza, jamás la iba a tener, era porque mi padre me había dicho que no hablará de ella, que las personas pueden usar a mi madre como mi debilidad más fuere y él tenía razón.
Me acordé de las palabras que le dije ayer a mi madre.

"Te quiero ¿lo sabes? —aunque ella no me escuchaba, aún se lo decía. —Hoy fue un día difícil, Kein estuvo raro, no me hablo, pero tranquila, todo irá bien. Te quiero, madre"

Me estremecí, creo que ya era costumbre que hablará con mi madre cuando ella ni siquiera estaba despierta. Mi padre trato de separarme de ella, lloré como nunca cuándo me lo dijo. Yo ni siquiera entendía qué era lo tenía mi madre.

—Sabes me he cansado, no has realizado tus tareas, Ada. Mírame mientras tu padre habla —me dijo, levanté mi cara. Lágrimas ya empapaban mis mejillas—. Última vez que vuelves a bajar tu cabeza, siempre mira a tu padre a los ojos, Ada. Estaba pensando y ya no puedes ver a tu madre. —Lo soltó de repente, mi mundo se iba acabar en ese instante—. Es una distracción muy grande para ti.

—N-no puedes, es mi madre, padre. Prometo realizar todas mis tareas si me dejas ver a mi madre... —Sentí un golpe en mi mejilla. Mi padre me había dado una bofetada. Era la primera vez

—¿Estás retando a tu padre, Ada? —No tenía culpa por golpearme, cuando lo miré a los ojos. Volvieron a caer más lágrimas—. Mira. Haré lo que quiera, yo mando aquí. Y no me importa a qué hora te vayas a dormir. Quiero que realices todas tus tareas. No vas a ver a tu madre por dos semanas. Eres una niña maleducada— Él se dio la vuelta y murmuró: —. ¿Qué mierda hice para soportar a una niña malcriada?

Subí las escaleras y me iba adentrar a mi habitación, cuando miré a Cecia en su habitación, tenía la puerta abierta y hablaba por teléfono. Cuando se vio la vuelta me miro, me hizo mala cara y cerró la puerta.

Me acuerdo que Cecia vino cuando mi madre empezó a tener depresión, mi padre decía que no me iba a soportar mucho, así que contrato a una “niñera” lo digo entre comillas porque ella no me cuida, pienso que me odia un poco.

Me dormí muy tarde, había visto como el sol se asomaba en mi ventana, nunca podía abrirla, mi padre se enojaba mucho. Aún no sabía la razón del por qué, sin embargo, tal vez un día lo descubra.

Ese mismo día asistí a clases, me dormí en clases, lo bueno era que mi maestra no iba a decir nada, le había mentido. Le dije que mi madre se había puesto muy mal, que había tenido dolores de cabeza y mi padre no estaba. Nadie en el pueblo sabía que mi madre tenía depresión, mi padre nunca no quiso decir nada. Ya que según él iba hacer la burla del todo el pueblo; pero nadie preguntaba por ella, era como si a nadie le interesará. Porque me acuerdo que mi madre participaba en muchas actividades, le encantaba donar a la caridad, regalar comida a los indigentes del pueblo, visitar a los niños que tenían una enfermedad.

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