21. Ruptura

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Jungkook está cansado de todo, todos y de sí mismo.

Su hermano, la única persona que había estado siempre con él apoyándolo, había desaparecido de la faz de la tierra. A estas alturas, incluso Hoseok parecía ya quedarse corto con las excusas. Jongin le había dejado solo.

Por otro lado, lo que sea que tenía con Jimin tampoco estaba funcionando. Para ser honesto consigo mismo, nunca había funcionado, fuera de la cama, claro. El sexo se había convertido en lo único que podían compartir sin discutir, el único momento en el que Jungkook podía engañarse y sentirse completo con el rubio. No obstante, cuando todo terminaba, el vacío volvía a atacarlo y se sentía miserable.

Estacionó su auto frente al edificio de Jimin y, luego de juntar el valor suficiente, ingresó. Cuando Jimin se asomó por la puerta, se sintió aliviado, no por él, sino por el hecho de que aún no tendría que enfrentar a Taehyung.

Jimin le ofreció una bebida caliente, pero Jungkook, impaciente por acabar con todo, lo rechazó y, sin pensarlo dos veces, le dijo que había venido para conversar con él.

– Deberíamos terminar.

Los ojos de Jimin se cristalizaron y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, pero aún así Jungkook no podía sentir otra cosa que no fuera alivio.

– ¿Puedo al menos saber por qué?

– Yo... no te amo, Jimin –suspiró–. Mereces compartir tu vida con alguien que lo haga y esa persona no soy yo.

El chico acomodó su cabello y cuando sus ojos se encontraron, Jungkook pudo identificar en ellos desesperación.

– No tienes que amarme –murmuró Jimin con la voz entrecortada–. No tienes que hacerlo.

Cuando comprendió el significado de sus palabras, Jungkook fue consciente de que le había querido, de una manera extraña y para nada justa, pero lo suficiente como no continuar con esto.

– Lo siento –dijo, de camino a la salida–. Por todo.

Escucha la puerta cerrarse detrás de él y, a pesar de sentirse culpable, el peso que cargaba en sus hombros parece haberse aligerado. El pitido que anuncia que el ascensor ha llegado lo saca de sus pensamientos. Taehyung, con unos libros en mano, lo mira extrañado. Intercambian un saludo corto, como esos a los que ya ambos están acostumbrados.

– Taehyung –sus latidos se aceleran. Sabe que es un movimiento desesperado, pero necesita decírselo–. Lo he dejado con Jimin.

El silencio se apodera de ambos.

– Lo lamento –dice Taehyung y Jungkook trata de controlar el impulso de querer decirle que no tiene que lamentar nada, pero antes de que pueda responder, el castaño continúa–. Yo... debo irme.

Jungkook siente que le han atravesado el corazón con miles de pedazos de vidrio. Quiere pedirle que se quede, que lo olvide todo. Quiere proponerle comenzar de cero, pero ya ha sido demasiado egoísta todo este tiempo, así que -en contra de lo que su alma le está pidiendo a gritos- solo asiente y lo deja ir.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora