29. Hogar

21 5 0
                                    

Todavía se sentía desconcertado por el mensaje que había recibido de Jongin mientras estaba camino a la casa de sus padres para el almuerzo semestral que estos últimos organizaban para toda su familia. Era un día en el que debía reunir toda la paciencia posible para no terminar explotando con cada comentario conservador de sus parientes, y lamentablemente la noticia que Jongin le había soltado sin previo aviso le complicaba lograr su cometido.

Había considerado dar media vuelta, y no asistir, pero ya era demasiado tarde. En ese preciso instante, se encontraba tocando el timbre de la casa a la que no había ingresado desde hace casi medio año. Su madre, distante y elegante, lo recibe con un beso en la mejilla y, con un tono neutro, le indica que ingrese. Deja que lo guíe. Hace ya mucho tiempo que la frialdad de esta última le había dejado de afectar, aunque ello no necesariamente significaba que él se había acostumbrado a ese trato. Estaba aún muy lejos de lograr lo anterior.

En el interior del comedor, se encuentran todos sus familiares y, cuando su padre nota su presencia, todo el mundo se queda en silencio. Ambos se saludan con una ligera inclinación y el mayor da comienzo al almuerzo, no sin antes hacer el gran anuncio del día.
– Como muchos aquí ya lo saben, he decidido lanzarme como alcalde del distrito. Espero contar con el apoyo de toda la familia –comienza y voltea hacia su hermano, quien luce totalmente distinto al Jongin que Jungkook juraba conocer–. Me complace también anunciar que mi hijo Jongin asumirá la dirección de la empresa como reemplazo, ahora que yo tendré que centrarme en asuntos políticos –finaliza, levantando su copa y los demás lo siguen, soltando comentarios de felicitaciones.

Jungkook encuentra los ojos de su hermano y, con una sonrisa forzada, levanta su copa–. Felicitaciones, Jongin.

– Acompáñame –dice su padre, sin esperar respuesta alguna, y se aleja en dirección a su despacho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

– Acompáñame –dice su padre, sin esperar respuesta alguna, y se aleja en dirección a su despacho.

Jungkook suelta un suspiro pesado, deja la copa de vino que estaba bebiendo en una esquina del jardín, y lo sigue hasta una habitación espaciosa y sobria. Ahí adentro, sentado en uno de los asientos de visita, los espera Jongin. Su padre se acerca a su hermano y le da un apretón en el hombro.

– Hijo, ahora que tu hermano asumirá un cargo en nuestra empresa, es hora de que tú también comiences a considerar hacer un cambio en tu vida –el mayor se acomoda los lentes por el puente de la nariz. Jungkook encuentra difícil ubicar un momento en su infancia en la que ese hombre le haya inspirado confianza. De hecho, no podía recordar ni un solo momento en el que sus padres hayan realmente actuado como tales, más allá de brindarle un sustento económico.

– Si esa sugerencia trae oculta la orden de dejar mi carrera como músico, no creo lleguemos a un acuerdo, padre –dice, desafiándolo con la mirada.

– Ahí te equivocas, hijo, esta nunca ha sido una sugerencia –su padre se pone de pie y endurece la voz–. Es una orden.

Jungkook suelta una risa cargada de frustración.

– Claro y eso significa convertirme en un muñequito ken que no estorbe en tu campaña política –se levanta del asiento y se niega a mirar a Jongin cuando este lo llama por su nombre para detenerlo antes de que diga algo que pueda poner en el limbo de nuevo su relación con su padre–. No, gracias, puedes ahorrarte esa mierda conmigo.

Puede escuchar a su padre llamarlo a gritos mientras se dirige a zancadas hacia la salida, tan solo deteniéndose para mirar a su madre observarlo con preocupación. Es la primera vez que lo mira así, pero solo cuando ella rompe el contacto visual cae en cuenta de que la preocupación no era por él, sino por su padre. Nunca había sido ni sería por él.

– ¡Jungkook! –Jongin llega a su lado y lo sujeta del brazo–. Por favor –esas palabras esconden tanto que el pelinegro por un momento considera detenerse, pero algo se lo impide.

Se libera del agarre y, sintiéndose atacado por una mezcla de enojo y tristeza, se retira del lugar que alguna vez consideró su hogar.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora