55. Complicarse

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La conversación con Jungkook había sido cordial, solo eso. Él se había encargado de dejar claro que existía una línea invisible que los separaría tal vez en esta y su siguiente vida, y eso le lastimaba, pero tampoco se sentía con el derecho de reclamarle. Se había tragado el orgullo y aceptado ese trato de extraño.

Se pone de pie de inmediato cuando la puerta de la habitación de Namjoon es abierta y una mata de cabellos desordenados se deja ver. Jungkook había ingresado a conversar con Namjoon, porque este último así lo había pedido y el pelinegro había aceptado.

De lo que Chanyeol le había comentado, Jungkook había sido quien trajo a Namjoon a la clínica, cuando este último perdió el conocimiento en medio de una conversación. Así que cuando el pelinegro salió, Taehyung quiso acercarse, pero se contuvo. Sabía que no debía cruzar la línea que los separaba.

Jungkook se despidió de Chanyeol con un abrazo rápido y del resto con solo una reverencia. En lo que la madre de Namjoon le agradecía por haber estado en el momento preciso y reaccionado rápidamente, Chanyeol se acercó a Taehyung para avisarle que el moreno también quería conversar con él.

Miró ansioso a Jungkook, quien estaba sofocado por el discurso de la madre de Namjoon, y se obligó a convencerse de que podría encontrar la manera de hablar con él también.

Ingresó a la habitación y la imagen de Namjoon con varios cablecitos conectados a su cuerpo lo inquietó.

– Hola.

Una conversación banal los entretiene y, luego de despedirse, Namjoon, de repente, con una sonrisa decaída, le dice–: Deberías ir tras él y arreglar las cosas. Dilo todo, antes de que sea tal vez demasiado tarde.

Taehyung asiente y se retira. En la sala de espera, no encuentra rastro de Jungkook y Chanyeol, notando la situación, le dice que el pelinegro acaba de irse a casa, pero que podría alcanzarlo camino al paradero de buses. Tras una despedida breve con los familiares de Namjoon, Taehyung sale apresurado hacia donde Chanyeol le había indicado. Debía intentarlo. Al menos, una vez más. Entonces lo ve, revisando su celular mientras espera por la línea que lo llevaría a su casa.

– Jungkook.

El mayor mira en su dirección y la confusión se ve reflejada en su rostro, así que Taehyung decide ir al punto.

– ¿Podríamos hablar un momento?

Jungkook no parece estar muy seguro, pero asiente y Taehyung sonríe algo aliviado.

La tarde era bastante fría, pero no tanto como la mirada que Jungkook, en ese momento, le dirigía

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La tarde era bastante fría, pero no tanto como la mirada que Jungkook, en ese momento, le dirigía. La cercanía que una vez existió entre ambos se había desvanecido.

– ¿Cómo has estado? –pregunta Taehyung, escondiendo las manos en los bolsillos del abrigo.

Jungkook, inquieto, pasa sus dedos por el cabello y suspira pesadamente.

– ¿De qué es lo que tenemos que hablar?

El tono cortante del pelinegro le hiere, pero se recompone y, a pesar de sentirse un poco afligido, decide que esta era su oportunidad para decirle todo lo que, hace un tiempo, había querido decir, antes de sentir que lo había perdido casi por completo. Antes de Ji-Eun.

– Lamento mucho haberte hecho daño –comienza y la voz le tiembla un poco. El pelinegro lo mira impasible–. Sé que lo que pasó estuvo mal. Yo... me sentí abrumado en ese momento. Entiendo si ahora me odias, pero necesito decirte esto de frente. Mis sentimientos por ti no han cambiado. Yo te quiero y lo seguiré haciendo.

Jungkook ha desviado la mirada hacia la derecha y su respiración es irregular. Taehyung espera unos segundos por una respuesta, pero el mayor se mantiene el silencio.

– Sobre Namjoon... –solo entonces los ojos de Jungkook se encuentran con los suyos–. No hay nada entre nosotros...

– No tienes por qué darme explicaciones –interrumpe el pelinegro.

– Yo... solo quiero que sepas que ahora tengo claro lo que siento por ti, solo por ti –añade Taehyung.

– Entiendo –responde Jungkook –. Si eso es todo, supongo que me retiraré primero. Ha sido un... gusto verte.

Siente las lágrimas acumularse en sus ojos y, con la desesperación acumulándose en su pecho, el castaño lo toma del brazo cuando este se disponía a regresar al paradero.

– Jungkook ...

El pelinegro voltea y Taehyung puede ver en su rostro una pisca de dolor, del mismo tipo que ahora mismo lo está asfixiando. Tal vez sí existía una posibilidad de volver a...

– No nos compliquemos, Taehyung.

Con delicadez, Jungkook deshace el agarre y continúa con su camino, mientras el menor, sin poder evitarlo, deja que las lágrimas comiencen a rodar una tras otra por sus mejillas.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora