Invisible, así me sentía en el mundo. Un ser insignificante, una aguja en un pajar. Alguien que aún teniéndolo todo, sentía que no tenía nada.
Llegaba a mi casa un viernes por la tarde luego de una larga semana de clase. Para ser la primera después del receso invernal, había sido casi interminable.
Me encontraba cursando el último año del secundario, gracias a Dios. No veía la hora de terminar la maldita escuela, llena de gente falsa que se acercaba a mi solo por mi posición económica, la cuál se debía al mérito de mis padres, dueños de una de las revistas de moda mas codiciadas del mundo "A la mode".
Mi madre había estudiado diseño de moda casi toda su vida, el día que conoció a mi padre, un gran empresario, juntos decidieron armar aquella empresa, la cual empezó siendo pequeña y en poco tiempo se volvió furor mundial. Los diseños de mi madre arrasaban increíblemente.
Por razones como esas mis padres vivían viajando, siendo que casi nunca estaban en casa, dejándonos a mi hermano menor Marco y a mi viviendo prácticamente solos.
Ese día no era la excepción, mi casa se encontraba desolada y a oscuras.
--¡Hola, llegué!-- grité, esperando respuesta, la cual obviamente no iba a llegar.
Dejé mis llaves sobre la pequeña mesa que se encontraba al lado de la puerta y colgué mi abrigo. Rápidamente me dirigí a la cocina ya que a mi estómago le urgía que lo alimentara.
Encendí la luz y cuando mis ojos se acostumbraron a la iluminación del lugar vislumbré un pequeño papel sobre la mesada. Lo tomé y leí:
"Hijos, por motivos urgentes tuvimos que tomar un vuelo a Francia. Estaremos de vuelta en una semana, lo lamentamos mucho y ¡los amamos! Mama y Papa."
Suspiré. No era algo nuevo para mi. Era muy raro que se quedaran mas de tres días seguidos con nosotros, a menos que de vacaciones se tratara.
Abrí la heladera y saqué una porción que quedaba del pastel de mi cumpleaños número 18 que había sido dos días antes. Había sido un día muy triste para mi mas que festivo, mis padres habían tenido una reunión que les tomó prácticamente todo el día, por lo cual no estuvieron. Mi novio y amigos con la excusa de que era día de semana dijeron que no podían ir, decían que era mejor festejarlo un viernes, haciendo una gran fiesta, lo cual no me apetecía para nada.
Lo único bueno de ese día fue ese pastel, el cual mi hermano lo había comprado, siendo nosotros dos solos en mi casa festejando mi cumpleaños.
Mis padres me despertaron la madrugada de ese día y me regalaron un tocador gigante, el cual agradecí a regañadientes, debido a que ya tenía uno y pretendían que lo tirara.
En eso constaba mi vida "normal", estar sola la mayoría del tiempo con Marco, quién también se la pasaba mucho tiempo fuera de la casa, ya que entrenaba para un gran equipo de futbol.
Tomé un vaso de un armario que se encontraba junto a la heladera y lo llené con agua. Agarré ambas cosas y subí a mi cuarto.
Me senté en mi cama, depositando los utensilios en la cómoda que había al lado de ella y encendí mi celular. Ni bien la pantalla se prendió visualicé un montón de notificaciones, algunas insulsas (como tweets de amigas, post en Instagram, algún me gusta de mi última publicación, etc) y también mensajes privados de mis amigas y mi novio, todos pidiéndome que saliera a aquella fiesta que se realizaría en la casa de Romeo, uno de mis compañeros de clase.
Querían que vaya con la simple excusa de que no había festejado mi cumpleaños como debía y que me merecía toda la atención del mundo, algo que no me apetecía para nada. Prefería pasar todo el fin de semana viendo series en la televisión y desaparecer completamente de la tierra (algo que siendo yo era algo bastante difícil).
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Mas que solo un sueño
FantasyGemma vive la vida que cualquier persona quisiera tener. Con sus padres dueños de una de las revistas de moda mas grandes del planeta, se diría que es una de las chicas mas afortunadas. La diferencia es que ella no piensa lo mismo, preferiría tener...