Capítulo 31

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La mañana siguiente, Athena bajó a desayunar más temprano, pero como suponía, el Gran Comedor estaba casi lleno. No era como los otros sábados, donde se podía desayunar sin mucha gente. Soltó un suspiro y se dirigió hacia las cocinas. Camino por un pasillo, parando en el retrato de un frutero, en este estaba una pera. Athena le hizo cosquillas a la pera, haciendo que esta se convirtiera en una perilla y el retrato en una puerta verde.

Al entrar, las cocinas parecían una réplica del Gran Comedor, tenían las cuatro grandes mesas en medio, a excepción de que tenían una chimenea en frente y se podrían ver varias ollas de bronce y sartenes amontonadas.

Athena saludó a los elfos domésticos con una sonrisa.

−Señorita Athena Black –una voz un poco mansa le saludó. Athena le sonrió con ternura. Era Dobby. El elfo que había servido a la familia Malfoy durante años, pero ahora era libre−. Que gusto ver a mí amiga, Athena Black.

−Hola, Dobby –dijo Athena sonriendo−. ¿Has estado bien?

−Estupendo, Athena Black –dijo Dobby rebosando de energía−. ¿En qué puede ayudarle Dobby?

−Hay muchos alumnos en el comedor ahora, Dobby –dijo Athena con una media sonrisa−. Serías tan amable de traerme unas tostadas y un poco de jugo de naranja, por favor.

−Con mucho gusto, Athena Black –respondió Dobby feliz y con un chasquido de sus dedos, apareció un plato de oro con varias tostadas y mermelada, junto con un vaso de jugo de naranja.

−Muchas gracias, Dobby –le respondió Athena sonriendo. Dobby le dio una leve reverencia en agradecimiento y se retiró por unos momentos, mientras Athena desayunaba.

Athena comía sin prisa, pero no podía dejar de mirar hacia la chimenea, donde se encontraba una elfa, con una botella entre sus manos. Frunció el ceño.

−Dobby –llamó Athena con suavidad, el elfo se acercó hacia ella−. ¿quién es la elfa que está en la chimenea?

Dobby miró hacia la chimenea y negó con lentitud, como si algo terrible le hubiera sucedido a la elfa.

−Es Winky –dijo Dobby con tristeza−. Su amo la ha despedido, pero ella le tenía mucho cariño.

− ¿De verdad? –Athena preguntó extrañada. Sólo había visto a pocos elfos estar agradecidos con sus amos. Dobby asintió lentamente. Athena alzó ambas cejas y suspiró−. Espero que mejore su ánimo, Hogwarts es buen lugar.

−Sí que lo es –dijo Dobby con felicidad. Athena le sonrió y este tomó el plato y vaso de Athena, ya vacíos.

−Me tengo que ir, Dobby –dijo Athena despidiéndose−. Trataré de traer a Harry, Ron y Hermione, para que te saluden. Nos vemos.

Athena salió de las cocinas y comenzó a dirigirse hasta la mazmorra. Aún era temprano. Llegó hasta la puerta del despacho de Snape y tocó. No recibió ninguna respuesta. Soltó un suspiro y volvió a tocar. Espero unos minutos y se escuchó un gruñido mientras la puerta se abría.

El profesor Snape había abierto la puerta y miró con el ceño fruncido a Athena.

− ¿Qué quiere, Black? –dijo Snape con fastidio−. No tengo tiempo para sus idioteces –continuo sin esperar respuesta de Athena y se dispuso a cerrar la puerta.

Athena metió su pie, evitando que la puerta se cierre y se metió en el despacho. Se giró encarando a Snape, sin darse cuenta de que este aún estaba en pijamas.

−Quiero hablar con usted –aclaró Athena, con los brazos cruzados.

−Y supongo que no se irá a menos que le escuche –dijo Snape rolando los ojos.

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